Que el ha sido el equipo más dominante de México, en los últimos años, es una verdad tan grande como una casa (basta con ver la tabla de cocientes).

Ahora, también es absolutamente verídico que las Águilas son los mandones de la parte que no vale nada: La fase regular. El problema para los de Coapa radica en las Liguillas. Las vitrinas americanistas no se abren desde hace cinco años para meter un trofeo de Liga.

Este semestre, el cuadro de Jardine se acostumbró a ganar, gustar y —muchas veces— golear. La bronca es que en los cuartos de final no vimos a esa escuadra que espantaba al miedo. Es un hecho que ante el León nunca estuvo en riesgo el boleto a semifinales, pero también es una realidad que ese juego aplastante no apareció. ¿Mérito de los Panzas Verdes o responsabilidad del conjunto amarillo?

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Quizá, parar durante 18 días afectó el moméntum del equipo. Tal vez, el nerviosismo que produce el jugar a todo o nada haya influido. Posiblemente, los fantasmas de Liguillas anteriores hayan provocado evitar riesgos innecesarios. Sólo Jardine y sus jugadores lo saben. Y, en una de esas, el no haber alcanzado el nivel de las 17 jornadas sea algo bueno para la causa americanista. El no ser una aplanadora en los cuartos de final puede provocar jugar con mayor atención las semifinales.

Puede ser que los golpes del pasado hayan convertido en sabio al plantel. Sin una forma exultante, se consiguió el pase a la siguiente ronda y, ante un rival tan correoso como el Atlético de San Luis, el llegar totalmente alerta puede ser la clave. Hace un año, las Águilas le metieron 11 al Puebla en cuartos de final. Y esos 11 goles —a la postre— no sirvieron de nada, porque el Toluca echó al América en semis. El americanismo debió guardarse donde pudo esos 11 tantos.

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A André Jardine le tocó “bailar con la más fea”. Y es que si alguien lo conoce es Gustavo Leal, quien hasta hace unos meses fue su auxiliar. Y, encima, el cuadro potosino es un equipo equilibrado, con un ataque veloz y contundente (fueron la tercera mejor ofensiva del torneo) y que se le atraganta bastante al América (ejemplos: la Liguilla anterior y el duelo de este torneo). Tal vez por eso, llegar sin haber arrasado al León haya sido necesario para no caer en excesos de confianza.

Por otro lado, André Jardine entendió a la perfección lo que es el americanismo. El DT aseguró, tras conseguir el pase a semifinales, que el semestre que viene su equipo jugará incluso mejor. Sí. Hoy, como uno de los favoritos al título, el brasileño no se muestra conforme al 100% del desempeño de su equipo. Y eso no es poca cosa.

Adendum. “Chivas arrastró el prestigio, fue peor que lo del Monterrey”, me mandó Knut, ayer. Y puede que tenga razón.

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