Recuerdo perfectamente aquel día de 1997 cuando José Ramón Fernández abandonó el foro de Los Protagonistas de la tarde. En su rostro y en su voz se notaba la frustración, el coraje, el dolor y, hasta cierto punto, la furia contenida. De su boca habían salido las palabras que jamás imaginó que diría: los Pumas dejaron a TV Azteca para ser transmitidos por Televisa.

Recuerdo también la indignación que esto provocó en los fanáticos del equipo. De “vendidos” se les señaló a los de El Pedregal, y los comentaristas de Chapultepec no eran bien recibidos en Ciudad Universitaria en aquellas épocas. Pero el tiempo lo cura todo, y los que se sintieron traicionados entendieron que, al final, el futbol es un negocio y se necesitaban los dólares.

También recuerdo, con total claridad, cómo los felinos fueron los últimos en mantener impoluta su camiseta. Ese era un motivo de orgullo entre su afición. Y, de pronto, su bellísima indumentaria fue mancillada por las marcas. Al principio, parecía que había cierto pudor con respecto a este tema, pero —poco a poco— la playera de Pumas se convirtió en un vulgar aparador de tienda, como el resto de los uniformes en la Liga mexicana.

“Poderoso caballero, don dinero”, reza el dicho. Pero en el caso de Pumas parece no ser tan poderoso, porque a pesar de contar con uno de los contratos de transmisión más jugosos del país, de tener vendido hasta el último centímetro cuadrado de su ropa y contar con publicidad estática en su estadio, no se les exige porque se asegura que no tienen presupuesto para competir y porque son “universitarios”. Ambas mentiras grandes como una casa.

Vamos por partes. Es verdad que Pumas no cuenta con el respaldo de un magnate o de una gran empresa, pero con lo ingresado por los tres rubros mencionados anteriormente alcanza para armar planteles competitivos. Porque también recuerdo las épocas previas al cambio de televisora y a la venta de su camiseta, y en esos tiempos, con un presupuesto muy inferior al actual, se armaban planteles para pelear por el título. Jóvenes mexicanos de alto nivel y extranjeros de calidad era la fórmula.

Ahora, eso de que son universitarios es insostenible.

En Pumas no juegan muchachos que se queman las pestañas estudiando por las noches, juegan futbolistas profesionales que perciben salarios acorde con lo que se paga en la Liga MX .

Pumas no funciona, no por falta de presupuesto, lo que falta es proyecto. Quizá deberían darse una vuelta por Aguascalientes para recibir asesoría.

Pero no lo van a hacer, porque saben que la exigencia para ellos jamás será la misma que la de los otros tres grandes. ¿Hasta cuándo Pumas será el niño consentido de la Liga MX?

Adendum. El viernes arranca la Liga y el noruego Knut se pregunta: ¿Por fin será la buena para Cruz Azul?

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