Me acuerdo como si fuera ayer cuando, estando en la oficina de mi papá, llegó uno de sus compañeros en un auto de lujo. A mí se me caía la baba, el vehículo me parecía tan imponente como un portaaviones y tan moderno y espectacular como una nave espacial.

Encima, del coche se bajó un señor perfectamente vestido, sin un cabello fuera de lugar. Casi parecía actor de Hollywood . Con la cara de menso que caracterizaba a su servidor en momentos de asombro, volteé a ver al director general de mi casa.

Pero antes de que pudiera decir cualquier cosa, él se me adelantó y dijo: “Está muy padre el coche, ¿verdad? Pero fíjate en las suelas de sus zapatos, están todas gastadas. Además, te cuento que todos los días se baña con agua fría porque o paga el juguete o el gas. Renta una casa que se cae a pedazos y cada fin de quincena se tiene que brincar, mínimo, una comida al día. Pura apariencia mijo. Que te sirva de lección. Nunca gastes más de lo que tienes, y menos en tonterías”.

Lección perfectamente bien aprendida y, máxime, cuando a los pocos meses vi a ese mismo señor (no daré el nombre por respeto a su poquita dignidad) llegar en camión a la oficina. El banco le quitó el coche que jamás debió adquirir, por falta de pago. “Al menos ya se baña con agua caliente”, pensé, a mis 10 años de edad.

Hoy, ante la situación que atraviesa el mundo a causa del Covid-19 , no puedo evitar relacionar a los grandes clubes del futbol mundial con ese señor. ¿Cómo es posible que instituciones todopoderosas como el Barcelona o el Atlético de Madrid (entre otras) tengan que recortar los sueldos de sus jugadores para sobrevivir esta crisis?, ¿un mes de paro y sus balances financieros se tambalean?

Si algo nos ha quedado claro es que el “negocio” del futbol se sostiene con alambres. Ante la falta de exposición, los patrocinadores dejan de abonar el pago mensual y lo mismo pasa con los contratos de televisión. Y, sin eso, las finanzas de los clubes se van directo al carambas.

Algo tiene cambiar, porque no es lógico que —en los mercados de fichajes— esos clubes se gastan cientos de millones de euros y, ante un mes de inactividad, esas mismas instituciones deban solicitarle a sus futbolistas que recorten los salarios. Si los gigantes del futbol mundial tienen esos problemas, qué le queda al resto de los clubes.

Desde FIFPRO (el sindicato mundial de futbolistas), aseguran que jamás volveremos a ver fichajes como el de Neymar al PSG , y ojalá sea cierto, porque esta pandemia ha “encuerado” a esos dirigentes capaces de gastarse un dinero que realmente no tienen, con tal de ganar algún trofeo.

La burbuja del futbol estalló y lo correcto será acabar con esas erogaciones monstruosas para que, en tiempos de frío, se puedan seguir bañando con agua caliente.

Adendum. Knut sigue encerrado y sin nada que contar.

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