En 1997 Giovanni Sartori, uno de los sociólogos y politólogos más reconocidos en el siglo XX publicó su obra “Homo Videns: la sociedad teledirigida”, donde postulaba que estamos creando una nueva generación de niños, hoy ya adultos, que solo entienden lo que ven y para quienes solo aquello de lo que hay una imagen existe. Cuanto mejor si se trata de una secuencia de ellas acompañadas de sonidos, es decir un video.

Lo que Sartori no podría haber previsto es como esa “caja idiota”, que vislumbraba como la transformadora de conciencias y voluntades, evolucionaría tanto en portabilidad como en contenidos a los medios sociodigitales y particularmente a los dispositivos móviles. La ventaja de los medios sociodigitales, es que permiten la interacción y la inmediatez, pero sobre todo la democratización y apropiación de los contenidos y su influencia.

Amarga fue la queja del presidente porque los videos filtrados sobre caso Lozoya tuvieron menor difusión a través de los medios tradicionales que aquellos donde apareció Bejarano. Nunca fue necesario, las “benditas redes sociales” se encargaron de darle mas rating del que jamás hubieran podido alcanzar en un noticiero Prime Time, extrañamente esa nunca fue la apuesta del presidente. Según las cifras de C&E Research y Prometeo, el tema Lozoya se coronó por primera vez sobre la conversación relativa al COVID. ¿Por qué no fueron tan impactantes?, ¿por qué no encendieron a la sociedad?, analizando la conversación hay varios factores que eliminan el impacto deseado, el más importante, llamémosle “la huella del Yeti”. El presidente ha convertido el tema de la corrupción de gobiernos anteriores en su bandera y prácticamente en su único tema para rescatar los logros de su gobierno, lleva años y años diciendo que existe, hablando de ella, haciendo a sus adeptos soñar con ella y con el fin de ella en cuanto asuma el poder. La muestra en cadena nacional cada que puede, ahora convertida en avión, ahora cancelando megaobras, ahora abriendo las recámaras donde dormían “los corruptos” con sus lujos y excesos, son las pruebas tangibles de la existencia del Yeti. Con bombo y platillo anuncia la captura de uno de los especímenes más emblemáticos, en España, horas de televisión, redes y litros de tinta nos narran su extradición y el acuerdo para exhibirlo públicamente, además que gracias a esta captura pronto vendrá acompañado por sus congéneres, se prepara el show, se alista la carpa, pero el avistamiento nunca llega. Finalmente, después de másexpectativa y exigencias para que se filtren videos y documentos que todo mundo entiende terminarán por liberar al fenómeno, lo único que vemos son a unos especímenes menores, de quien nadie conoce el nombre, y que nadie dudara que existieran. La corrupción del pasado, protagonizada por desconocidos y escenificada en un sótano desconocido estaba más que vendida y comprada, no hay nada nuevo bajo el sol y no hay ningún actor principal que le de notoriedad, es una “Huella del Yeti” que además de pequeña, está más que vista y ya no aporta nada. Nadie necesitaba ver a exfuncionarios menores guardando dinero en una maleta para creer que existió corrupción en el pasado.

Días después se presenta un video que, por el contrario, sí golpea directamente en la imagen del personaje. El símbolo más vendido de la lucha contra la corrupción es sin dudarlo “López Obrador”, ¿cómo cuantificar entonces el impacto de un video donde quien porta el mismo apellido es captado en las mismas andanzas que los enemigos?, en video captado haciendo lo mismo que los que tanto criticaron. No hay explicación o justificación que alcance para anular esas imágenes, que puedan crear un concepto diferente, la capacidad de abstracción de la audiencia esta atrofiada, tan solo podemos entender que son iguales. En la audiencia visual las imágenes mandan, y el manejo de crisis es aún más dañino para el circulo que procesa información, se aceptan los hechos y se pretende moderarlos con ilegalidades menores, faltas a la fiscalización contra asignación de contratos. Tan solo los incondicionales y aquellos que centran en la esperanza ciega el futuro del país permanecen leales y aceptan de mala manera las explicaciones y sufren para replicarlas. Se abrió una nueva hendidura en la armadura de la Cuarta Transformación, y esta está directamente en línea con el corazón de su proyecto. A la altura del apellido y en la principal bandera de su proyecto. La imagen del personaje no volverá a ser la misma.

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