Las horas por venir serán, en muchos sentidos, definitorias para la democracia. Los ojos de los ciudadanos más conscientes están puestos en lo que resuelvan los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). Ser “flexibles”, ignorando lo que de manera inequívoca dispone la ley, sería un ultraje, otro más, al Estado de Derecho. El artículo 214 del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales prescribe que no podrá ser registrado como candidato el precandidato que no haya presentado su informe de ingresos y gastos de precampaña. No hay margen para una chapucería.

Si Félix Salgado Macedonio —sujeto indecente y chapucero— se sale con la suya, si el TEPJF ordena su registro como candidato, se habrá cruzado una línea de seguridad indispensable para la preservación de condiciones democráticas. El sometimiento del Tribunal Electoral anticiparía que ni en Palacio Nacional ni en Morena se reconocerán resultados adversos en lo que más les importa: las elecciones para diputados federales y las gubernaturas. Resultados muy disputados en los que triunfen los opositores, serán combatidos desde las “mañaneras”, en las calles y en la propia sede del INE.

Desde los primeros días de este gobierno una fruición por derruir instituciones ha llevado a capturar, vulnerar o desaparecer instancias diseñadas para constituir contrapesos al “poder de los poderes”, el Ejecutivo. El Inai se encuentra bajo fuego y la CNDH se ha convertido en un armatoste que no sirve para nada. La mayoría de los magistrados del Tribunal Electoral le han conferido la responsabilidad de encabezarlo al más cuestionado de ellos, José Luis Vargas, Lord Billetes, quien se ha puesto sin recato al servicio del presidente de la República, y en la Suprema Corte de Justicia una mayoría de ministros ha atendido los absurdos pedimentos del Señor del Palacio de autorizar una consulta inútil e inconstitucional.

El montaje de Mario Delgado en la explanada del INE le ha servido para ocultar la notoria ineptitud, el desprecio a la ley o el valemadrismo que prevalece en un movimiento que se resiste a ser partido. Los verdaderos responsables de que Salgado y Morón pierdan su registro son quienes, dentro de la estructura del partido, no fueron capaces de llevar un registro muy elemental de ingresos y gastos o decidieron que no necesitaban cumplir la ley, después de todo son el partido oficial.

El martes 13 por la mañana, el presidente López Obrador advirtió que después de las elecciones reformará al INE para achicarlo y modificar la integración del consejo para garantizar “una verdadera democracia”. Ya sabemos lo que esto significa: desnaturalizarlo, sustituirlo por algún objeto inútil y poner al frente a un personero dócil y sumiso; hacer del INE una réplica de la Comisión Federal Electoral (CFE) que en 1988, bajo la conducción de Manuel Bartlett, consumó un fraude vergonzoso. Una regresión autoritaria, la vuelta del Ogro Filantrópico.

Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario.

@alfonsozarate