Para Fer, que en estos días inicia una nueva etapa de la aventura de vivir.

¿Qué pudo ocurrir para que una institución que apenas había dejado atrás los pesados lastres del 2 de octubre y de la guerra sucia, se degradara aceptando misiones que le son constitucionalmente ajenas, que la colocan en grave riesgo de contaminación (las aduanas, los puertos y la construcción de obras como el aeropuerto Felipe Ángeles y las sucursales del Banco del Bienestar)? ¿Qué llevó a los más altos mandos de las fuerzas armadas a reconvertirse en cortesanos de un presidente que confiesa: “También cuidamos a los integrantes de las bandas, son seres humanos”?

Para mostrar su devoción, en los muros del patio principal del Museo Paleontológico de Santa Lucía se han inscrito frases, supuestamente del Presidente, como esta del gran tribuno Marco Tulio Cicerón: “La historia es la maestra de la vida”, que le atribuyen a López Obrador. No es todo, en el Campo Militar número 1, otros muros exhiben dichos del Presidente. Tanto incienso tizna.

Los costos para el país y para la institución militar de este maridaje insano serán muy severos porque —contrario a lo que piensa el Presidente— los militares no están hechos de otra pasta. Hace unos días, se publicó una nota sobre los carros de lujo —entre ellos un Cadillac y un Mercedes Benz— y los inmuebles adquiridos en efectivo por el general Isidoro Pastor Román. Lo que inquieta no es solo la distancia de esos usos con la austeridad republicana que propaga el presidente, sino el dudoso origen de los recursos que le permiten esos lujos al director del aeropuerto de Zumpango.

La decisión presidencial de entregarle tantas atribuciones y negocios a las fuerzas armadas favorece una corrupción que se agrava por la opacidad que se ha impuesto en los proyectos a cargo de las instituciones militares. No tardaremos en conocer denuncias por el repentino enriquecimiento de quienes manejan, sin fiscalización alguna, presupuestos multimillonarios.

Pero está también la contradicción de asignarle a las militares tareas de seguridad mientras se les ordena no confrontar a los grupos criminales. En estos días de barbarie y terrorismo (sí es terrorismo, basta leer el artículo 139 del Código Penal Federal), se dio el caso del asalto a una tienda Oxxo, que quemaron y balacearon casi enfrente del cuartel de la XII región militar en Guanajuato, sin siquiera el intento de los soldados de detener a los delincuentes.

Y mientras el gobierno sigue dando “palos de ciego”, permanecen el abandono y el maltrato a las policías y a los sistemas de procuración y administración de justicia estatales y municipales, condición indispensable para recuperar la tranquilidad, y los altos mandos del Ejército, apartándose de la institucionalidad que les es exigible, se convierten en devotos del presidente y transfiguran, así, a la Secretaría de la Defensa Nacional en la Secretaría de Defensa de la 4T.

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Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario
@alfonsozarate

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