En estos días de sucesión adelantada, las encuestas ubican en una posición sorprendente (26% de intención del voto, la más reciente del diario Reforma) al joven alcalde de Monterrey cuyo mayor y, quizás, único mérito es llamarse Luis Donaldo Colosio.

¿Cuál es la trayectoria del junior? Hace unos años, en 2007, se supo que aspiraba a ganar un concurso cursi llamado “American Idol Latino”. Lo descalificaron en la primera ronda. Como cantante “fue un rotundo fracaso”, escribió un articulista.

Ya decidido a incursionar en la política aprovechando lo que ofrece la marca Colosio, fue diputado local postulado por Movimiento Ciudadano; pasó sin pena ni gloria. Después, el mismo partido lo postuló para alcalde de Monterrey. Anuncios espectaculares lo mostraban en una postura teatral estirando el brazo como señalando hacia un futuro imaginario, teniendo como telón de fondo al cerro de la Silla y con la leyenda: “COLOSIO. Otro México renace”.

En ese contexto, no puede ignorarse la manera en que un asesinato sin sentido convirtió a su padre en mártir de la democracia, hoy lo honran calles, colonias y monumentos.

Luis Donaldo fue un invento de Salinas de Gortari, toda su carrera política la hizo a su sombra, no tenía las dotes, la consistencia ni el perfil propio de Pedro Aspe o de Manuel Camacho, pero sí una lealtad a toda prueba, que parecía garantizarle a Salinas la continuidad de su proyecto, era su hechura.

Sus apologistas recuerdan el discurso que pronunció en el aniversario del PRI, una pieza sobresaliente que construyeron algunos de sus asesores con trazos del célebre discurso de Martin Luther King “Yo tengo un sueño”. El candidato leyó con elocuencia ese texto en un acto con el que su equipo se proponía relanzar una campaña que parecía extraviada, pero Colosio había sido locutor y declamador (siempre participaba en los festejos con motivo del Día de las Madres); impostaba la voz y sabía transmitir emociones.

Pues hoy, el hijo de ese héroe (falso como la mayoría de los héroes) gobierna la capital de Nuevo León y figura entre los aspirantes a una candidatura presidencial para 2024.

En un país en donde un gobernante que entrega malas cuentas y tiene compulsión por derruir alcanza niveles de aprobación superiores al 60% (algunos, en el paroxismo, lo consideran el mejor presidente en la historia de México), no debe extrañar que un junior, cuyos talentos políticos se ignoran, aparezca como una estrella refulgente.

La prudencia más elemental aconsejaría observar el desempeño del alcalde de Monterrey; si hace un buen gobierno, un gobierno que atienda con imaginación y eficacia los enormes retos de esa metrópoli, tendrá con qué aspirar a gobernar Nuevo León.

La realidad dirá si en unos años y sin tomar atajos, tiene con qué postularse para la Presidencia de la República. Pero, por ahora, no tiene merecimiento alguno para figurar entre quienes aspiran a la Presidencia, salvo, claro, la especulación convenenciera de algunos, la pobre cultura cívica de muchos y el hecho de llamarse Luis Donaldo Colosio.

Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario.
@alfonsozarate

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