En los años de gloria del partidazo, don Fidel Velázquez dejó una frase memorable: “la política es como la fotografía; el que se mueve no sale”. Desde luego, don Fidel tenía en mente las cámaras fotográficas de su juventud, porque las de hoy pueden captar a una mosca en vuelo. Pero lo importante era el mensaje: que una condición para ser elegido era la discreción, por eso se hablaba del “tapado”, porque debía ocultar sus aspiraciones.

Pero hoy, como lo sabemos, vivimos un periodo que pretende romper con los moldes del pasado; un periodo de sucesión adelantada. Y entre los aspirantes de Morena, la figura que más se mueve es la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, la consentida del profesor.

Lo que observamos, en estos días, es un protagonismo que —si fuéramos mal pensados— deberíamos llamar, sin más, futurismo. Pero un futurismo empujado por el presidente que, como en los viejos tiempos, está convertido en el Gran Elector y no ha dejado de enviar señales para decirnos de distintas maneras: ¡Es ella!

Para documentar el activismo de la doctora Sheinbaum basta repasar hechos recientes: en su edición fechada el 21 de noviembre El País Semanal le dedicó su portada y un reportaje inusualmente generoso. El reportero describió a la jefa de Gobierno como una licenciada en Física y doctora en Ingeniería Ambiental que, a sus 59 años, apuesta por continuar la transformación de México, iniciada con López Obrador, a quien admira. “Muchos la ven como la futura presidenta”, dice el reportero.

Poco antes, el 17 de noviembre, el servicio de noticias de la cadena de televisión británica BBC la entrevistó y Claudia Sheinbaum respondió a la entrevista en un inglés correcto. Y para completar este ejercicio que se propuso hacerla visible en el exterior, el suplemento anual de The Economist: The World Ahead 2022 publicó una colaboración de la jefa de Gobierno sobre la crisis derivada de la pandemia.

Para que el placeo por medios internacionales no se quedara allí, solo para lectores de fuera, los medios mexicanos y las redes sociales se han encargado de propagarlo. Así, hemos podido ver a la jefa de Gobierno, en elegante vestido blanco mirando por el ventanal de su despacho, quizás hacia lo que imagina será su próxima escala: el Palacio Nacional.

Como lo confirma el despliegue por distintas ciudades del país y en los medios internacionales de las últimas semanas, Sheinbaum está en campaña y aprieta el acelerador. Pero no la tiene fácil. Un primer reto es el de mantenerse en la delantera y lograr que el Gran Dedo del Señor —perdón, que las encuestas— la confirmen como la elegida, la candidata presidencial de Morena.

Pero aún después de lograda la candidatura, tendría otras tareas por delante: resistir el golpeteo brutal de quienes, dentro de su propio partido, saben que su única posibilidad de alcanzar la candidatura presidencial reside en desbarrancarla; y otra más, si se impone a pesar de todo: convencer al grueso de los electores. No la tiene fácil.

Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario.
@alfonsozarate