La discusión del domingo pasado en el pleno de la Cámara de Diputados mostró el bajísimo nivel cultural de esos legisladores con sus discursos baratos, sus juicios maniqueos y la cursi invocación a la patria.

Por su lado, las oposiciones que habían estado deambulando en la indefinición, le perdieron el miedo al gobierno y están aprendiendo a ser contrapeso de un gobernante acostumbrando a aplastar.

Pero el domingo se hizo evidente también que esta derrota anticipa otras y que si las oposiciones se mantienen unidas dejarán inconclusa la obra pretendidamente histórica que se propuso López Obrador.

Vendrán coletazos. El presidente intentará impulsar su proyecto, como ya lo ha hecho, a golpes de lo que sí puede hacer: reformas a las leyes (constitucionales o no), como la que pretendía extender el mandato en la Suprema Corte del ministro Arturo Zaldívar.

El discurso presidencial se hará más ácido, pero no habrá mucho más. Hoy llama “vende-patrias” y “entreguistas” a los legisladores que votaron contra su iniciativa. Lo que resulta ridículo es que el presidente y sus replicantes insistan en denunciar la corrupción y los fraudes a la ley de las empresas extranjeras del sector eléctrico y no acaben de entender que ya no son oposición, sino gobierno y que tienen todos los instrumentos y todas las atribuciones para investigar y, en su caso, judicializar esas presuntas irregularidades. Los llama saqueadores, los acusa de medrar, pero solo los ataranta con denuncias que se agotan en las palabras, eso se llama simulación.

Con “filo”, algunos analistas ofrecen una interpretación sugerente: piensan que, finalmente, López Obrador habría llegado a la conclusión de que los costos y los riesgos de que se aprobara su iniciativa de reforma eléctrica eran enormes: conflicto con los gobiernos de Estados Unidos y Canadá, costosísimos juicios en tribunales internacionales, desaliento a las inversiones y fuga de capitales y que, en consecuencia, ya no quería su aprobación pero no estaba dispuesto a retirarla o a corregirla porque, ante sus fieles, habría implicado reconocer que lo doblaron, de manera que la derrota en la Cámara de Diputados le quitó un peso de encima: sin tener que enmendar su propuesta, dejó que las oposiciones la echaran por tierra. Parecería apoyar esa hipótesis la necedad de llevar al pleno una iniciativa que no contaba con los votos necesarios para su aprobación.

Pero la discusión de una necesaria reforma eléctrica no puede quedar allí, fueron muchas y muy interesantes las propuestas que se discutieron estos meses en las sesiones del parlamento abierto y que deberán tomarse en cuenta para una nueva iniciativa.

El pasado domingo no ocurrió el milagro de la resurrección de una iniciativa muerta hace tiempo. Sumado a otros hechos recientes —como el vacío que le hizo la ciudadanía a su consulta revocatoria— parecen marcar un punto de inflexión, el principio de la debacle de este proyecto amorfo y regresivo al que llaman Cuarta Transformación: el sueño de un cambio de dimensiones históricas como los que marcaron la Independencia, la Reforma y la Revolución.

Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario.
@alfonsozarate