Dicen los que saben que Claudia ganó el debate, que lo ganó porque salió viva, porque no se enganchó, sino evadió las severas denuncias que le presentó su opositora, porque ha aprendido a mentir sin sonrojarse y porque su rostro cansino e impávido “proyecta seguridad y aplomo... parecía estadista”, dice Hernán Gómez.

¿Cómo pudo hablar Sheinbaum de que tras el derrumbe en una estación del Metro se hizo justicia cuando la directora del Sistema de Transporte Colectivo (STC), Florencia Serranía —por decisión propia también responsable del mantenimiento— está protegida y no hay uno solo de los responsables de esa tragedia sometido a proceso?

Claudia se refiere una y otra vez a Xóchitl como la candidata del PRIAN y, ciertamente ni el PRI ni el PAN están para presumir, pero se presenta “blindada” por Mario Delgado, Noroña, Beto Anaya y una mujer que, supongo, representa al Partido Verde, puras finísimas personas que encarnan formaciones políticas sumamente desacreditadas.

Debe reconocerse, sin embargo, que a Xóchitl le resulta muy costoso no haber logrado un triunfo contundente porque ante la asimetría de recursos entre el oficialismo y la oposición, los debates constituyen oportunidades excepcionales para mover a los indecisos, sus denuncias fueron evadidas por Claudia y no logró arrinconarla, menos aún noquearla.

¿Qué ocurrió?, ¿dónde quedó la Xóchitl vivaz, ocurrente, segura, con una chispa contagiosa? ¿Le hicieron creer que para verse “presidenciable” tenía que apegarse al guion? ¿Se le olvidó a sus asesores que el fenómeno Xóchitl reside, en gran medida, en su frescura, en su risa auténtica y en su agilidad mental?

La candidata de la oposición denunció la destrucción del sistema de salud y de vacunación, la corrupción de los hijos y parientes del Presidente, propuso dotar de más recursos y de una mejor formación a los maestros y para los alumnos la enseñanza de alta tecnología, inteligencia artificial, inglés y robótica, es decir, una educación para un México inserto en este nuevo tiempo, lo que contrasta con la Nueva Escuela Mexicana que mira al pasado para la formación de cuadros políticos (“tecnología, no ideología”, propuso Xóchitl durante su participación en la Universidad Iberoamericana).

Pero aún tocando esos y otros temas, le faltó contundencia para mostrar el carácter profundamente regresivo y antidemocrático de la 4T: exhibir su obsesión por derruir o capturar instituciones y la desaparición de fideicomisos, muchos de cuyos fondos de miles de millones de pesos han servido para financiar proyectos depredadores como el Tren Maya.

Los cuestionamientos sembrados por Xóchitl durante el debate que quedaron sin respuesta, pueden ser el insumo para desarrollos en los medios y en las redes sociales, mencionó algunos: 240 mil personas fallecidas durante la pandemia que no debieron morir, las cuentas de la familia Sheinbaum en Panamá, recordarle su condición más que de corcholata, de tapadera de la corrupción de este gobierno, la falta de inversión en infraestructura urbana durante su administración, mostrarla como una mujer fría, sin corazón...

Faltan muchos días de campaña y dos debates con sus correspondientes post debates, y la moneda sigue en el aire a pesar de lo que digan los que saben.

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