Pedro Haces, líder sindical acaudalado, legislador y empresario taurino, goza el ejercicio del poder y observa, socarrón, como tantos políticos de medio pelo embarrados de obradorismo se acercan cual animales domésticos para comer de su mano. Es un “padrino” que se mueve con cinismo en las altas esferas.
A las fiestas que organiza en su rancho en el Ajusco asisten legisladores y cuadros políticos de Morena, que descubren atónitos para qué sirve el poder. Sí, para eso sirve, les enseña Haces y les sugiere que ahora que ellos son los que están arriba se olviden de las francachelas de vecindad. ¡Qué bonito es lo bonito!
Es la exaltación del poder, es su manera de decir “sí, y qué?” Y mientras la presidenta Sheinbaum llama a la austeridad, Haces la reta: seguirá usando helicópteros para transportarse. ¡Al diablo con la simulación y con la austeridad republicana! Mientras tanto, las voces críticas dentro de Morena, los que observan con asombro el ejercicio cínico del poder de su correligionario, guardan silencio.

En los años 20 del siglo pasado, Luis N. Morones —como Haces, originario de Tlalpan— fue ejemplo de la degradación del sindicalismo, después de ser integrante de la Casa del Obrero Mundial fundó y encabezó la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) y como secretario de Industria, Comercio y Trabajo, compartía el poder con Plutarco Elías Calles; ambos fueron expulsados del país por el general Cárdenas, en 1936.
La decisión de la Fiscalía General de la República (FGR) de catear las oficinas de Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM) en Gómez Palacio, Durango, respondiendo a las denuncias por las extorsiones que sufren empresarios laguneros, le quita la sonrisa al jefe de jefes, pero solo momentáneamente; se cree intocable. El pasado 12 de septiembre compró a Chocolates Rocío, la empresa de los muchachos López Beltrán, cuatrocientos arcones que incluyen una botella de tequila y chocolates envinados por un valor de un millón y medio para regalar en la Cámara de Diputados. ¿Podría imaginarse mejor “palanca”?
El 6 de enero de 1989 —verdadero día de la toma de posesión de Carlos Salinas de Gortari— fue aprehendida la plana mayor del poderoso Sindicato Revolucionario de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (SRTPRM). Joaquín Hernández Galicia, La Quina —que en su desmesura había amenazado a través de uno de los suyos, al presidente Miguel de la Madrid con el petate del muerto: “si tocan al sindicato se cae Pemex y se cae el país”—, fue encarcelado. La sociedad reaccionó positivamente ante esta decisión ilegal que incluyó el “sembrado” de un muerto. Pero el desprestigio de los líderes petroleros era mayúsculo (Chava Barragán fue exhibido jugando millones en la mesa de un casino en Las Vegas).
El Quinazo fue, junto con el golpe a Carlos Jonguitud, presidente vitalicio de la Vanguardia Revolucionaria del Magisterio (VRM), uno de los golpes espectaculares con los que Salinas de Gortari empezó a construir una legitimidad que no había ganado en las urnas. Para afirmar su presidencia, la doctora Sheinbaum tiene un modelo o dos.
Presidente GCI