¿Se está militarizando el Metro? ¿Así debe interpretarse el despliegue de la Guardia Nacional en el Metro?

Funcionarios tanto del gobierno capitalino como del federal han rechazado vehementemente esa crítica. Por ejemplo, Jesús Ramírez Cuevas , el coordinador general de comunicación social de la Presidencia de la República, afirmó lo siguiente en un tuit: “Los Guardias Nacionales en el Metro están para cuidar a los usuarios y a las instalaciones. Aquí una escena donde ayudan a una persona mayor a subirse al vagón y le cargan sus cosas. Para los que hablan de militarización.” Y en efecto, hay una liga a un video que muestra a unos elementos de la GN asistiendo a una persona de la tercera edad.

No entiendo por qué la militarización sería incompatible con la ayuda puntual a los adultos mayores en el transporte público, pero concedamos el punto: el Metro no se está militarizando, ya que la GN solo está realizando labores propias de las policías locales.

Pero este segundo punto parece incontrovertible: la GN está haciendo en el Metro lo mismo que podría hacer sin ningún problema la policía auxiliar de la Ciudad de México. No se requiere ningún tipo de formación o equipamiento especial para auxiliar a una persona mayor en un transporte colectivo. Lo mismo vale para el resto de las actividades de la GN en el Metro : patrullar andenes, vigilar torniquetes, recorrer vagones, evitar actos vandálicos, etc. Nada que no pueda hacer un policía capitalino común y corriente.

En una entrevista concedida el viernes, la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum , aseguró que la policía de la Ciudad de México tiene capacidad para esta tarea, pero que prefiere tener a sus elementos patrullando las calles.

Eso tiene lógica, pero la lógica no se detiene en el territorio capitalino. Estoy seguro de que no hay titular de un gobierno estatal o municipal que no quisiera trasladar una parte sustantiva de su responsabilidad al gobierno federal. Si mañana el alcalde de Guadalajara o el presidente municipal de Monterrey afirmaran que se han registrado “incidentes anormales” en sus sistemas de transporte y que por tanto necesitan la presencia de la GN en los mismos términos que la Ciudad de México, ¿cuál sería el criterio para negarles el apoyo? ¿Vale menos la seguridad de los tapatíos o los regiomontanos que la de los chilangos?

Este es un problema de fondo. En un texto de hace unos meses, Bernardo León señalaba que la GN (como antes la Policía Federal) estaba diseñada como una “policía municipalota”. Es decir, “la gran mayoría de su personal está desplegado territorialmente (por eso la insistencia de los cuarteles), haciendo labores de vigilancia y patrullaje buscando infructuosamente ‘inhibir’ el delito, en el mejor de los casos ‘cazando la flagrancia’ y en el peor reaccionando frente a alteraciones más graves del orden público” ( ). Es decir, tareas propias de policías locales.

La GN añade muy poco al menú de la seguridad pública. Suple a las policías municipales y estatales, no las complementa. Es una corporación hecha para patrullar, no para investigar. Le apuesta a la presencia, no a la construcción de casos. Hace lo mismo que las demás policías preventivas, pero con un poco más de capacidad de fuego.

Y eso genera incentivos perversos. ¿Para qué desarrollar capacidades propias en el municipio o en el estado si se le puede hablar al presidente para pedirle la presencia de la GN? Y si una llamada no funciona, siempre está el recurso de dejar que se deteriore la situación hasta forzar un incremento del despliegue federal.

Menudo problema.

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