José Rodrigo Aréchiga Gamboa no era un hombre discreto. Nacido en 1980, tenía un gusto muy millenial de presumir vacaciones, romances y posesiones en sus cuentas de Instagram y Facebook. Algo de mal gusto el asunto, pero nada particularmente raro.

Salvo que este joven no era cualquier joven. Conocido como el Chino Ántrax, el personaje era jefe de una banda de sicarios asociada al Cártel de Sinaloa y, en particular, a la facción de Ismael El Mayo Zambada. Entre otras cosas, fue un feroz combatiente en la guerra contra los Beltrán Leyva y contra los cárteles rivales de Tijuana y Juárez.

Al final, la doble vida de sicario y playboy le cobró la factura. Por poner tanto contenido en Instagram, acabó dejando tremendo rastro En diciembre de 2013, fue detenido en Amsterdam y extraditado a Estados Unidos ocho meses después. En 2015, se declaró culpable de tráfico de cocaína y mariguana. Supuestamente, debió de haber recibido una sentencia de 10 años de prisión, pero esta se pospuso repetidamente por más de cuatro años.

La sentencia finalmente llegó en diciembre de 2019. Y resultó que no fue de 10 años, sino de siete, con la fina casualidad que el Chino Ántrax llevaba para ese momento más de seis años en prisión, contaba desde su detención en Holanda. Dicho de otro modo, le quedaban apenas tres meses de estar en el frío.

El 3 de marzo, dejó una prisión estadounidense, pero su liberación estaba sujeta a condiciones, una de las cuales era avisarle a su parole officer cualquier cambio de residencia. Incumplió con esa regla en algún momento cercano al 6 de mayo y desapareció de la vista de las autoridades.

¿Adonde se fue el Chino Ántrax? No está enteramente confirmado, pero es muy posible que se haya al terruño, a Sinaloa. Y ese traslado, si es que en efecto sucedió, puede no haber sido una muy buena decisión.

A partir del sábado, empezaron a correr versiones de que Aréchiga, junto a su hermana y su cuñado, habría sido secuestrado en un domicilio en Culiacán. Los tres habrían sido ejecutados horas después y abandonados en una camioneta.

Escribo todo esto en condicional, ya que, al momento de preparar esta columna, no se confirmaba aún la muerte de Aréchiga. Pero si esto es lo que parece, habría que preguntarse quién mató al Chino Ántrax. Y por qué.

Hasta ahora no hay más que rumores, algunos de los cuales apuntan hacia sus antiguos patrones del Cártel de Sinaloa. Y la ejecución estaría potencialmente relacionada con la extraña sentencia que recibió Aréchiga, el aparente trato de privilegio que recibió de parte de la justicia estadounidense y su inusual desaparición hace unos días. Eso habría generado sospechas de que se había vuelto informante y que su inesperado aterrizaje en Sinaloa estaría conectado con alguna operación encubierta para llegar al liderazgo de la organización.

Todo esto es especulativo, pero si obliga a varias reflexiones. Primero, es al menos posible que las autoridades estadounidenses estén cocinando algo ¿Qué? No sabemos, pero la inusual reaparición de alguien con el perfil del Chino Ántrax en Sinaloa no suena a casualidad. En segundo lugar, es muy posible que los niveles de paranoia del Cartel estén en un punto elevado después del Culiacanazo. Y eso probablemente los lleve a cerrar con brutalidad extrema cualquier posible flanco débil.

Y si ambas cosas son correctas, es muy posible que estemos entrando a un periodo de altísima tensión, con la posibilidad de una importante escalada de violencia en el noroeste.

En resumen, aún no sabemos qué pasó con el Chino Ántrax, pero para nada pinta bien.

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