Enero y febrero fueron meses normales en México.

Trágicamente, nuestra normalidad incluye hechos como los siguientes:

• El 8 de enero fueron asesinadas nueve personas durante un velorio en Celaya, Guanajuato.

• El 11 de enero una niña de 11 años fue asesinada en fuego cruzado, al exterior de una tienda de abarrotes, en Izúcar de Matamoros, Puebla.

• El 12 de enero fue asesinado a balazos un niño de nueve años, en la alcaldía Cuauhtémoc, en la Ciudad de México.

• El 13 de enero fueron hallados los cuerpos de cuatro hombres y dos mujeres en un respiradero de una mina, en Fresnillo, Zacatecas.

• El 16 de enero fueron encontrados tres cuerpos de personas torturadas en Cotija, Michoacán.

• El 20 de enero una mujer fue torturada, amordazada, agredida a golpes y asfixiada por su pareja en Nogales, Sonora.

• El 1 de febrero fueron asesinados cinco hombres por un grupo armado, en Uruachi, Chihuahua.

• El 5 de febrero fue hallado el cuerpo descuartizado de un hombre en Chimalhuacán, Estado de México.

• El 6 de febrero fue localizada una camioneta con cuatro cuerpos calcinados, en Miguel Alemán, Tamaulipas.

• El 10 de febrero fueron asesinadas cinco personas dentro de una vivienda, en Tlaquepaque, Jalisco.

Esto no es más que una pequeña muestra de la larga lista de atrocidades cometidas en México en los primeros meses de 2021. La tomo del puntual recuento realizado por la organización Causa en Común, la cual ha realizado desde hace más de un año un seguimiento en fuentes abiertas de actos de violencia extrema.

¿Qué tipo de eventos entran a la lista? Los investigadores definen violencia extrema como el “uso intencional de la fuerza física o poder para causar maltrato, desfiguración extrema o destrucción del cuerpo; para causar la muerte de un alto número de personas; y/o para causar la muerte de personas vulnerables o de interés político.”

Hechos atroces, por decirlo de manera breve.

¿Y cuántos de esos sucedieron en los primeros dos meses de 2021? 865, según Causa en Común, los cuales involucraron a 963 víctimas.

En esa lista, se incluyen, entre otras categorías, 158 actos de tortura, 156 fosas clandestinas, 115 eventos de calcinamiento, 114 incidentes de descuartizamiento y destrucción de cadáveres, 83 masacres y 72 asesinatos de niñas, niños y adolescentes.

Las atrocidades se cometen en todo el país, pero cinco estados se llevan las palmas: Guanajuato, Jalisco, Chihuahua, Zacatecas y Michoacán. Esas entidades federativas agrupan al 48% de los eventos en la lista.

¿Y qué hacer con esto? ¿Cómo debería de reaccionar el país ante la evidencia de su barbarie?

Esta es la conclusión de Causa en Común: “Desde luego, se requieren políticas nacionales que permitan elevar y homologar capacidades y procedimientos policiales y ministeriales, pero igualmente son indispensables las aproximaciones sociológicas que trasciendan los enfoques meramente policiacos, que permitan la comprensión de las realidades locales, y que contribuyan a la construcción de políticas de seguridad, de prevención y sociales, que respondan a las realidades de cada comunidad y región del país… Se trata de violencia criminal, sí, pero es, también, violencia familiar, violencia comunitaria y violencia social. En este sentido, [el estudio] pretende iluminar los rasgos más oscuros de nuestra sociedad, y que nunca debemos ignorar. Al final del día, ese sería el propósito: rescatar nuestra capacidad para conmovernos ante este cúmulo de horrores.”

Esto no nos puede seguir pareciendo normal.

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