No es fácil ser policía en México. Implica trabajar por poco sueldo y pocas prestaciones , con horarios mortales, casi sin equipo, sometido a abusos constantes por parte de los mandos y con un bajísimo reconocimiento social. Sobre todo, implica arriesgar la vida a todas horas.

En promedio, un policía es asesinado todos los días. Aproximadamente, uno de cada mil integrantes de las corporaciones policiales es víctima de homicidio cada año. Eso se traduce en una tasa de homicidio casi cuatro veces superior a la de la de la población en su conjunto.

Peor aún, esa violencia pasa casi siempre por debajo del radar. Pocos la notan y, cuando llega a los medios, se reporta frecuentemente con un tufo revictimizante, asumiendo que el asesinato de un policía es prueba de su complicidad con alguna banda criminal.

Desde la sociedad civil, ha habido algunos intentos por visibilizar las agresiones contra integrantes de corporaciones policiales. La organización Causa en Común , por ejemplo, ha mantenido desde hace varios años un conteo de homicidios de policías.

A esos esfuerzos, se suma ahora el Proyecto Azul Cobalto , una iniciativa del investigador Daniel Gómez-Tagle (https://proyectoazulcobalto.com/). A partir de fuentes hemerográficas, busca dar contexto y poner rostro a las muertes violentas de policías. Su recuento no se limita a los homicidios, sino que incluye igualmente los suicidios y los accidentes.

Sus cifras son aterradoras. Desde 2017, han sido asesinados 2083 integrantes de instituciones de seguridad. De ese total, casi 40% perdió la vida fuera de las horas de servicio. Casi la mitad pertenecía a corporaciones municipales. Y la mayoría de los asesinatos ocurrió con armas de fuego, aunque hay un número no insignificante de muertes con arma punzocortante, a golpes o por atropellamiento.

El fenómeno es nacional: todas las entidades federativas tienen registrado al menos un incidente desde 2017. Sin embargo, hay algunos estados que son particularmente mortíferos para los policías. En Guanajuato, por ejemplo, han sido asesinados 295 policías entre 2017 y 2022. En el Estado de México, se contabilizan 193 víctimas. En Chihuahua, 141. En Michoacán, 123.

Más recientemente, Zacatecas se ha convertido en el epicentro de la violencia contra los policías. En lo que va de 2022, han sido asesinados en ese estado 21 integrantes de instituciones de seguridad pública. Y dos municipios —Guadalupe y Fresnillo— concentran a dos terceras partes de las víctimas.

El homicidio no es además la única fuente de riesgo para los policías. Desde 2017, han muerto en accidentes (la mayoría en horas de servicio) 304 integrantes de corporaciones policiales. Asimismo, se han registrado 90 suicidios de policías. En total, hay evidencia hemerográfica de 2477 muertes violentas de policías en algo más de cinco años.

Ante estos hechos, uno supondría que los gobiernos de todos los niveles invertirían cantidades importantes en equipo de protección para sus policías. Uno se equivocaría: como detalla Gómez-Tagle, ninguna entidad federativa invierte más de 7500 pesos al año por agente en equipo de protección personal. Y algunos (Yucatán, Quintana Roo, Coahuila, Ciudad de México) gastan menos de mil pesos por agente en ese rubro.

Dicho de otro modo, no hacemos como sociedad ni lo mínimo para cuidar a quienes nos cuidan. Mandamos a los policías a la calle sin ofrecerles condiciones básicas para protegerse. Y luego esperamos que pongan el pecho por nosotros.

Así no se puede.

alejandrohope@outlook.com
Twitter: @ahope71

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