La crisis del COVID-19 ha dejado severos estragos en diferentes regiones del planeta. Poco a poco va creciendo entre la población la conciencia de que se trata de una amenaza real y que, si no seguimos las instrucciones del distanciamiento social, será muy difícil frenar la curva de crecimiento del número de infecciones. Sin embargo, además de las pérdidas humanas y económicas que dejará esta tragedia, es importante reflexionar sobre otros aspectos en los que el virus está impactando y, seguramente, con secuelas a largo plazo.

Uno de ellos es el teletrabajo, comúnmente conocido por su nombre en inglés como “telework” o “home office”. A pesar de que hay trabajadores, especialmente aquellos que se dedican a temas de tecnología o freelancers, que ya desempeñaban sus funciones con esta modalidad desde hace algunos años, a muchos otros los ha tomado por sorpresa, incluyendo empleados de empresas y gobiernos.

Aunque no todos los trabajos pueden realizarse de forma remota, el personal que ha empezado a trabajar desde casa ha tenido que organizarse mejor, darse de alta en diferentes plataformas digitales y acondicionar espacios en sus hogares, a veces en situaciones sumamente incómodas, con una conexión a internet limitada y decenas de distracciones.

Sin embargo, ¿qué tan eficiente es el teletrabajo? Para algunos, trabajar desde casa implica que las personas sean menos productivas, puesto que no existe una supervisión constante y presencial. Incluso hay quienes consideran que el trabajo remoto significa días de descanso para el empleado, o bien, que no se asume con suficiente seriedad. No obstante, trabajar desde casa no es sinónimo necesariamente de menos actividades, como tampoco trabajar desde una oficina implica mayor productividad.

Datos publicados recientemente en un artículo de Bloomberg muestran que los trabajadores en Estados Unidos dedican hasta tres horas más de su tiempo al trabajo remoto. Casos similares se presentan en países europeos, debido, principalmente, a que la jornada laboral inicia antes de lo habitual. Por otro lado, en términos de productividad, de acuerdo con la OCDE, hay países que trabajan menos horas y son más productivos que otros. México, por ejemplo, es uno de los países que trabaja más horas por año, pero es menos productivo en términos del PIB.

De esta manera, no se trata de que la gente trabaje más de lo que acostumbra de forma remota opresencial, sino de que existan esquemas flexibles de trabajo que permitan al empleado ser igual de productivo y manejar su tiempo con mayor libertad, especialmente en aquellas funciones que implican estar en una oficina la mayor parte del día.

En ese sentido, esta pandemia está llevando a cientos de organizaciones a romper paradigmas en torno al teletrabajo. Pronto se darán cuenta que el trabajo remoto puede reducir el número de juntas en la oficina, optimizar la revisión de materiales e incluso disminuir los costos de renta de inmuebles. También pensemos que el teletrabajo puede traer otras ventajas para el resto de la sociedad, por ejemplo, reducir el tráfico en la ciudad y, por lo tanto, la contaminación.

Por ello es conveniente que los gobiernos y las empresas aprovechen esta coyuntura para desarrollar directrices para trabajar desde casa, si es que aún no cuentan con ellas. Al respecto, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha establecido una especie de guía con los elementos mínimos que deben considerarse para hacer del teletrabajo una modalidad efectiva, como monitorear el desempeño de los trabajadores y mantener comunicación constante con ellos. En este tenor, es importante que los supervisores distribuyan la carga de responsabilidades de manera equitativa y fijen fechas límite para la entrega de materiales, de tal forma que cada uno organice su tiempo de acuerdo con las prioridades.

Por otra parte, la OIT también recomienda que existan expectativas claras acerca de los resultados esperados, formas de evaluar el desempeño, así como horarios de contacto definidos, tanto para trabajadores como supervisores. Finalmente, un punto muy importante establecido por la OIT es la confianza. Al no encontrarse en el mismo lugar, el teletrabajo exige mayor confianza entre colegas y entre supervisores y empleados, lo que significa que todos deben tener la certeza de que cada uno está cumpliendo su función de forma adecuada desde el espacio remoto.

Aun con estas directrices, sería imposible abordar en este artículo todas las preguntas que todavía están sin responder. Sin embargo, es un buen momento para analizar ventajas y desventajas del teletrabajo y empezar a prepararnos para algo que será prácticamente inevitable en el futuro.

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