Recientemente se estrenó un documental sobre el famoso cuadro “Salvator Mundi”, presuntamente atribuido a Leonardo Da Vinci. La cinta The Lost Leonardo explica las diferentes razones que llevaron a esta obra a convertirse en la pintura más costosa de la historia, así como todo el entramado político y económico que ha girado en torno a su restauración y destino.

Leonardo Da Vinci fue un genio italiano, considerado uno de los grandes maestros de la pintura renacentista. Su obra iconográfica “La Gioconda” o “Mona Lisa”, que se exhibe en el Museo del Louvre, en París, es quizá el cuadro más visitado y reproducido en el mundo. Si bien Leonardo es uno de los pintores más sobresalientes y admirados de la historia, en realidad existen muy pocas obras pictóricas plenamente atribuidas a él, quizá menos de 15, la mayoría en Europa y solo una en América (la “Ginevra de' Benci”, que alberga la Galería Nacional en Washington, DC).

La obra “Salvator Mundi”, que puede verse al calce de este artículo, muestra a Jesucristo en una especie de túnica azul con franjas cafés, señalando hacia arriba con dos dedos de la mano derecha en símbolo de cruz, mientras sostiene una esfera de cristal transparente con su mano izquierda. Existen varias copias y representaciones similares de esta pintura que han sido asociadas a artistas de la época o de años posteriores, por lo que, de cualquier forma, el cuadro original debió haber generado un gran interés en múltiples pintores.

El descubrimiento de esta pintura resulta fascinante: un grupo de comerciantes de arte la adquirió en 2005 en una subasta en una galería de Nueva Orleans por poco más de mil dólares. El cuadro pertenecía a una colección familiar privada y adornaba la pared de una casa. Quienes la adquirieron pensaron que este trabajo podría ser una réplica de gran valor de un trabajo original de Leonardo, así que le pidieron a una experta en arte, Dianne Modestini, que examinara y restaurara la obra, pues estaba severamente deteriorada.

En 2008, después de trabajar en ella, Modestini llegó a la conclusión de que en realidad se trataba de una pintura de Leonardo, entre otras razones, por los cambios en los trazos originales de los dedos (lo que en arte se denomina “pentimento”) y por las transiciones en los bordes de los labios de Jesucristo, que se asemejan a los que Da Vinci utilizó en la Mona Lisa. Ambos aspectos han sido debatidos por otros expertos, que argumentan que esta técnica pudo haber sido realizada por asistentes de taller, o incluso reproducida posteriormente. Asimismo, se considera que aunque existen algunos bosquejos de trazos de Da Vinci que se asemejaban a los de esta pintura, las formas, los detalles y las luces del cuadro no son precisamente los que él utilizaba.

De cualquier forma, después de la restauración, la pintura fue llevada a la Galería Nacional de Londres para una especie de autenticación y para, posteriormente, ser exhibida en una exposición especial como un trabajo propio de Leonardo. Así inició una nueva aventura para buscar el reconocimiento de esta pintura y, al mismo tiempo, esparcir la noticia de que se había encontrado un nuevo cuadro de Da Vinci.

Esto generó múltiples críticas al curador de la exhibición, puesto que la autenticación había sido realizada en completo sigilo, sin el escrutinio público y académico que una obra de esta naturaleza requiere, aunado a la prisa con la que se decidió incluirla. Para muchos expertos, lo más correcto era, en todo caso, hacer una acotación de que este trabajo podría atribuirse a Leonardo, o que pudo haber sido creado en alguno de sus talleres. No obstante, por algún motivo, el curador decidió correr el riesgo y de alguna forma exponer el prestigio de la importante Galería Nacional de Londres.

Después de este magno reconocimiento, el “Salvator Mundi” fue puesto nuevamente a la venta. Al principio no fue fácil encontrar un comprador, tanto por el alto precio que se pedía por el cuadro como por la polémica en torno a su autenticidad. No obstante, la obra fue adquirida por un coleccionista ruso que pagó más de 127 millones de dólares por ella, para después ser subastada en 2017 en la famosa casa Christie’s de Nueva York por el exorbitante precio de 450 millones de dólares. Aunque no se reveló la identidad del comprador, puesto que todo el proceso se hizo a través de intermediarios, los medios reportaron que pudo tratarse de miembros de familias reales árabes que buscaban exhibirla en el nuevo museo del Louvre en Abu Dabi o en la región conocida como Al Ula.

Muchas interrogantes surgieron, también, por la cantidad pagada por la pintura, particularmente por correrse un riesgo tan alto, considerando que el cuadro, más que restaurado, fue prácticamente reconstruido (aproximadamente 90%) y pintado nuevamente en diferentes trazos. Por otro lado, también ha despertado dudas el esquema en el que operó la transacción, que permitió resguardarla y trasladarla a diferentes países con prácticas fiscales cuestionables y sin saber a ciencia cierta el nombre del comprador.

Todo esto nos lleva a pensar en las lagunas legales y asimetrías entre diferentes normas nacionales que encierra la compraventa de piezas de arte y, sobre todo, en el destino que corren múltiples obras cuando son vistas solo como artículos de lujo y no como patrimonio cultural. Un cuadro de esta naturaleza debería estar exhibido en un museo, pero ahora se desconoce su paradero. Al final, el documental también lleva a la reflexión de si es verdaderamente ético celebrar la compraventa de un bien cultural y si se debe reformar el mercado de obras de arte a nivel internacional.

Da Vinci a debate, la historia del “Salvator Mundi”
Da Vinci a debate, la historia del “Salvator Mundi”

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