Múltiples iniciativas se articulan a los esfuerzos del Foro Social Mundial (FSM). Una destacada como producto del FSM, pero, asimismo, por su significación en términos de encarar al sistema capitalista, es la “Campaña por un Currículum Global de la Economía Social Solidaria”. Comenzamos en esta colaboración haciendo algunas anotaciones, que continuaremos en una segunda entrega.

Como iniciativa que busca transitar del movimiento social a la configuración de instituciones, tiene un aporte sustancial en la Red internacional de Educación y Economía Social Solidaria, constituyéndose en un punto de encuentro de la reflexión y solidaridad internacionales, por organizaciones cooperativistas y de la economía social y solidaria de distintas latitudes del mundo. En la disputa hegemónica por la construcción de sentido, desde la Campaña por un Currículum Global de la Economía Social Solidaria se enfrenta al capital en un aspecto central: la aceptación y normalización de que el capitalismo es el único espacio donde se pueden realizar transacciones monetizadas, lo que tiene efecto en el amplio espectro social, al reducir el conjunto diverso de la actividad humana a la condición de mercancía: la salud, la naturaleza, el agua, el trabajo, las emociones. Todo es el objetivo, ahora más claro con el denominado capitalismo de la vigilancia (nosotros como materia prima para alimentar el negocio de control y predicción de comportamientos).

Encarar al capitalismo en el mercado es, al mismo tiempo, llevar la arena de lucha a toda la sociedad. Pongamos algunos ejemplos presentes en la literatura de las ciencias sociales. H. Braverman (1987) indica, en este sentido, que “Con el tiempo, no sólo las necesidades materiales y de servicio sino incluso los marcos emocionales de la vida son canalizados al través del mercado”. Por su parte, el profesor J. Osorio (2012), siguiendo la veta, planteaba: “Lo que importa llamar la atención es que la mayoría de los productos que nos permitirían resolver unas y otras necesidades asumen la forma de mercancías, es decir, productos destinados al intercambio en el mercado”. En el mismo campo de exploración, J-F. Chanlat (2002), señalaba que “la gran mayoría de los interrogantes de las ciencias humanas aplicadas a la administración fueron contaminados por las exigencias de productividad, rentabilidad, optimización y control, es decir, por el problema de la eficacia”, rematando (sin orden cronológico) T. Veblen (1965) con el argumento irrefutable de que los rasgos característicos del capital son “el proceso mecánico y la inversión con fines de lucro”.

En fin, recordemos frente al riesgo depredador del capital sobre la naturaleza, las palabras de P. Neruda: “No, aire, No te vendas, que no te canalicen, que no te entuben, que no te encajen, ni te compriman, que no te hagan tabletas, que no te metan en una botella…”.

Como producto del Foro Social Mundial, y de los años aciagos en que surge (2001), vale traer a la memoria el contexto histórico convulso que se vive en el mundo, y de manera particular en América Latina: el movimiento de fábricas recuperadas –producto de la desindustrialización, el vaciamiento, la búsqueda de imponer el derecho a la propiedad privada por sobre el derecho al trabajo en Argentina-, las luchas del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) en Brasil, entre otros, y en general las luchas de los pueblos originarios –invisibilizadas por el peso de la “blanquitud” cultural-, y que han forzado que volteemos la mirada hacia una realidad aplaudida en lo museístico, pero violentada en el piso de la cotidianidad local.

La reflexión de que es necesario encarar al capital, en su versión más agresiva del neoliberalismo, así como la claridad de la construcción social de la realidad, son de las contribuciones centrales del movimiento social en ese contexto. No es para nada ajeno este proceso a la atención a propuestas educativas “descolonizadoras”. La acción humana constituida en pedagogía desde los oprimidos. ¿Qué otra cosa son las exigencias de diálogos de saberes –destacando cuando se trata de prácticas de extensión y recolonización interna, como parte de la crítica-, las epistemologías del Sur, las Buenas Prácticas y el relieve de lo intercultural, entre otras?

Es parte de encarar activamente esa lectura de la barbarie y la civilización, al rescatar el saber popular incrustado en las praxis laboral y ordinaria en los pueblos originarios y establecer puentes de diálogo con el saber científico. El respeto a la naturaleza y la preocupación por acciones sustentables es parte del patrimonio cultural del Currículum Global de la Economía Social Solidaria. No obstante, vale señalar que siguen siendo hegemónicas las posturas científicas que desdeñan el acercamiento con los saberes tradicionales y populares –o, para sintetizar, si es Bayer, es bueno-.

Desde donde se sitúa esta propuesta, el reto no consiste en edulcorar la realidad y/o impulsar nuevos modelos de certificación, sino de cambiar el modelo dominante de desarrollo económico, es decir, el modelo capitalista. Se oye ambicioso, lo es. También es necesario, frente a un modelo de negocios que genera pobreza en masa y riqueza selectiva; toneladas de alimentos y hambrunas; premia a los fabricantes de armas, pero sin rubor alude a la importancia de la cohesión social y la paz.

Son solamente unas notas, para visibilizar un poco más estos esfuerzos colectivos, parte de una tarea necesaria. Cito en extenso el principio 16 de la Carta de Principios: “La Campaña Currículum Global de la Economía Social Solidaria quiere movilizar voluntades y recursos para la construcción de un Mapa Global de iniciativas en educación para una Economía Social y Solidaria realizadas en contexto formales y no formales en todo el mundo; de un portal que posibilite acceso a planes y programas de formación en Economía Social y Solidaria, materiales educativos y herramientas pedagógicas producidas en todos los países por movimientos sociales, comunidades y organizaciones de la sociedad civil, organizaciones gubernamentales, Universidades y escuelas”.

En esta tarea estamos empeñados en la Universidad Autónoma Metropolitana, por suerte junto con otras instituciones educativas. Vale estar en esta Campaña inclusiva.

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