En nuestra anterior colaboración aludíamos a la necesidad de un “nuevo contrato social sobre la ciencia y la tecnología”, que fortalezca los nexos entre la comunidad científica con la sociedad, sugiriendo, sin ningún desarrollo, sobre la pertinencia de hacer anotaciones sobre el relieve del Diálogo de saberes. Ahora trazamos algunas líneas, que por supuesto no agotan la complejidad que supone.

1. No es de orden reciente, desde hace años ha ido ocupando un lugar cada vez más significativo en la escena académica el "Diálogo de Saberes". Pero, como concepto y práctica, ha desbordado los ámbitos académico y de investigación, obligando a voltear la mirada a la interacción entre distintas formas de conocimiento, que tienen como sustento material contextos de diversidad cultural y epistemológica. Recordemos el apunte de Neira Rozas (2004): “La participación de agentes de medicina tradicional al interior de los establecimientos, la destinación de espacios físicos para la realización de rogativas o procedimientos tradicionales han generado un amplio debate que cuenta con detractores acérrimos, quienes señalan que se trata de nuevas estrategias de asimilación y folklorización de aspectos que resultan sagrados en el contexto de la cultura; por otra parte, existen también defensores de esta propuesta quienes ven en la institucionalización de las prácticas una ventana al futuro reconocimiento formal y legal de las prácticas de salud mapuche”. Recordemos las palabras de E. Galeano, refiriéndose a los mapuches (y en general a los “nadie” del planeta): “Que no hablan idiomas, sino dialectos. Que no hacen arte, sino artesanía. Que no practican cultura, sino folklore”.

2. En el tránsito de noción a categoría hay un enconado debate presente en distintos campos disciplinarios como la antropología, los estudios culturales, la sociología, la educación y la medicina. Ubicando esta discusión resalta la tensión en la pluralidad de conocimientos. Como Diálogo de Saberes, no hay sobreentendidos, se reconoce la existencia y legitimidad de múltiples formas de conocimiento, lo mismo el conocimiento científico, el conocimiento indígena, el conocimiento tradicional. Así, se edifica un valladar al principio (me sale la lectura de la Administración Científica del Trabajo de F. Taylor de la única mejor forma de hacer las cosas –“The One Best Way”-), materializado en la discusión como el rechazo a la idea de que el conocimiento científico es la única forma válida de conocer el mundo.

3. A partir de lo señalado por Neira Rozas, otro punto de tensión hace referencia a la diversidad cultural, por una parte respetando y por la otra valorando la diversidad cultural, y los distintos sistemas de conocimiento que son el correlato de contextos culturales específicos, históricos, en los que puede haber similitudes, articulaciones y diferencias. En esta diversidad encontrada, como confrontación y puntos de “encuentro”, la interacción y el intercambio son dimensiones concretas del Diálogo de saberes, que contribuye con las rupturas de enfoques unidimensionales de comprender el mundo, configurando un caleidoscopio de la complejidad.

4. Pero esta diversidad cultural, desde las rendijas analíticas eurocéntricas, puede ser incorporada como asimetría en la capacidad de explicación de las cosas. Habría que reformular la pregunta para ver qué queremos explicar y desde dónde. Por ello, no es menor referirse a la equidad y la justicia cognitiva, que implica como primer paso confrontar las relaciones de poder asimétricas entre diferentes formas de conocimiento. La historia se ha encargado de esta construcción, denostando, haciendo a la orilla, subsumiendo, ciertos tipos de saberes. El no reconocimiento de esto es parte de la materia que se confronta de ordinario desde el Diálogo de saberes. Bajo esta mirada de incorporación y reconocimiento de la diversidad cultural y las formas distintas de aproximación para la comprensión de problemas, vale resaltar que el Diálogo de Saberes promueve lo transdisciplinario, lo que implica a su vez la alusión a marcos normativos, y la importancia de que prevalezca la ética del diálogo. Se destaca la importancia de establecer un marco ético para el diálogo entre diferentes formas de conocimiento, en el que el respeto mutuo, la escucha atenta y horizontal, los espacios para la crítica, sean lo cotidiano.

5. Pero hay que ser enfáticos, la relación entre el conocimiento científico y el Diálogo de saberes es compleja y hay debates a considerar. Aquí enuncio solamente una parte de la discusión. Reconociendo, por un lado, que el conocimiento científico se apoya en la observación, la experimentación y el análisis racional, y por otro, que no todas las formas de conocimiento se adquieren de esta manera, recordemos lo planteado por E. de la Garza, en su crítica a Boaventura de Sousa Santos: “La poscolonialidad oscurece las grandes disputas entre saberes que se han dado en toda la historia de los pensamientos occidentales (Santos, Boaventura de Sousa, 2004); basta mencionar las disputas entre empiristas y racionalistas; entre positivistas y hermenéuticos; entre marxistas occidentales, positivistas y hermeneutas. Estas disputas han implicado el predomino de unos o de otros y la marginación de saberes alternativos”. Concluye de la Garza que el problema de fondo es que “si algo aportaron las epistemologías occidentales fue la necesidad de la prueba fundada en la teoría. Esta cuestión no está presente sistemáticamente en los saberes tradicionales”. Más todavía, subraya de la Garza que “La idea de sujeto situado, de no divorcio sujeto-objeto nació en Occidente, tanto como su opuesto […] el conocimiento cotidiano puede tener elementos de objetividad situada, pero carece de fundamentos en teoría, en metodología, en alguna concepción científica del mundo. El conocimiento cotidiano para vincularse con la ciencia tiene que aceptar criterios de cientificidad, sin negar que estos también están en discusión, tiene que someterse a pruebas metódicas vinculadas con la teoría”.

Pero como hemos apuntado, en la crítica a la única mejor forma de hacer las cosas, vale reconocer que en el Diálogo de saberes coexisten múltiples perspectivas y diversas herramientas conceptuales y metodológicas. En la construcción y explicación del problema no es suficiente con la presentación de datos empíricos y modelos teóricos, dado que la aportación compleja de la articulación de saberes tiene implicaciones culturales, sociales, políticas y éticas que no pueden ser despojadas de la anatomía de los problemas, a menos que se reproduzcan las escisiones tan frecuentes en la forma en que miramos las cosas (por ejemplo, la salud sin considerar las clases sociales).

6. Una probadita de una discusión áspera. Aunque, para que no queden algunas cosas en el tintero, no sobra añadir que estas presencias del universalismo y el eurocentrismo se han impuesto y privilegiado sobra formas de comprender el mundo, de hacerlo legible a partir de saberes concretos. Y en esto último entra sin dificultades la denominada colonialidad del saber, como forma de conocimiento que aún tiene repercusiones en el presente. En fin, nada de neutralidad en la producción de conocimiento que, entre otros efectos, ha generado la subalternidad, desvalorización, invisibilización y silenciamiento colectivo, como aceptación y respuesta frente a las narrativas dominantes, como saberes disminuidos y la mantención de relaciones asimétricas, desiguales.

PS. Me aparto radicalmente de lo expuesto, para recordar al joven militar estadounidense (25 años) Aaron Bushnell, que se prendió fuego como protesta frente al genocidio de Israel al pueblo palestino. A los segundo del acto, fue calificado de que tenía problemas mentales (¿cómo medir la impotencia frente al crimen?). Pero no se hizo alusión alguna de los que por sus políticas han generado la muerte de 30 mil palestinos, ni una palabra sobre Biden, Netanyahu y aliados, de si están enfermos (asesinos seriales con legitimidad). Frente a la tragedia del pueblo palestino, dos buenas noticias: 1) cada día hay más comités de apoyo al pueblo palestino, exigiendo un alto al genocidio de la política de Israel (en la Universidad Autónoma Metropolitana hay movilización sistemática en este sentido); 2) George Galloway, un defensor de Gaza, obtuvo una victoria aplastante en elecciones parciales británicas, arrebatando el escaño al Laborismo que apoyó a Israel. Dos gotas que se suman al aguacero por el alto al asesinato de palestinos de todas las edades.

Pero frente a esto, también destaca la extorsión y amenazas del presidente argentino J. Milei a miembros del poder legislativo, organizaciones sindicales y gobernadores, dispuesto a que “si buscan conflicto, conflicto tendrán”.

Una forma de recordar a José Agustín Goytisolo, y su “mundo al revés”.

(Profesor UAM)

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