El tener o no computadora y acceso a internet, a pesar de la masificación en sus usos, sigue siendo un indicador de la desigualdad social. Con base en los datos del Módulo sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (MODUTIH) y de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de TIC en Hogares (ENDUTIH), ambos del INEGI, podemos hacer algunas observaciones sobre las condiciones materiales de acceso a las Tecnologías de Información y Comunicaciones (TIC) en México. Detengámonos en ello.

En 2001, 11,8 % de los hogares tenía computadora, y 6,2% conexión a internet. Esto en el 2001. Se trata de un proceso de crecimiento paulatino de acceso a este equipamiento, más allá de coyunturas de crisis económica o de vaivenes sexenales. En 2019, previo a este confinamiento que ha llevado a un encapsulamiento al mundo (con una intromisión de lo tecnológico como nunca se había vivido) desde hace varios meses, en 2019, 44,3% de los hogares contaban con computadora, en tanto la conexión a internet era del 56,4%, la abrumadora mayoría en Banda Ancha. Se aprecia una tasa de crecimiento exponencial en ambos casos.En el antes de la pandemia, de cada 100 hogares en 56 no había computadora, en tanto la desconexión a internet alcanzaba 44 hogares de cada 100. No son datos menores en ambos casos. La numerología que salga de esta pandemia nos ilustrará seguramente de un crecimiento aún mayor.

Dentro de los hogares que cuentan con computadora, pero no con conexión a internet, al indagar las razones que esgrimen los pobladores destacan en primer lugar la falta de recursos económicos. Es el caso para el 2002, con un 51,4%, en tanto en 2019, es el 50,7%, siguiendo el que no les interesa o no lo necesitan, desconocen sus usos y utilidades y en un aspecto no menor, se argumenta la falta de proveedores de este servicio. No hay datos en este último sentido para el 2002, pero para el 2019, se alude al 15,9%. Es un dato muy sugerente.

Reafirmando que no todo es miel sobre hojuelas en el avance paulatino del equipamiento de las TIC en los hogares, vale poner atención en que en los hogares que no disponen de computadora, la principal razón que se argumenta tiene que ver con la “falta de recursos económicos”: de nuevo, para apreciar una situación polar, en 2001 la falta de recursos hizo que en el 66,8% de los hogares no dispusieran de computadora; en 2019, persistiendo el problema, 53,3%. En segundo lugar, se encuentran los que no saben usarla, en tanto ocupa un tercer lugar la población que señala que no les interesa.Sin equipamiento y con hacinamiento en 36,53% de los hogares a nivel nacional, en tanto para la Ciudad de México se llega al 26,08%, la posibilidad no digamos de un cuarto propio para las actividades escolares sino de un espacio que seguramente es multifuncional, pero en el que se puedan medianamente cumplir condiciones para la atención que exigen los programas educativos remotos, para la gran mayoría de estudiantes es, valga la redundancia, francamente remota.

Así como la pandemia encara a un México con problemas de salud crónicos (obesidad, diabetes, hipertensión, etc.), provocando un impacto mayúsculo, de la misma manera la pandemia impacta a segmentos poblacionales con un problema (también de salud) crónico: la falta de recursos económicos. Seguramente, en esta población descolocada por las circunstancias materiales, las modalidades de enseñanza remota, en particular las diseñadas en las instituciones de educación superior, significaron un desafío mayor, por los números, en este momento insuperables. Me vienen a la memoria las palabras de V. Woolf, cuando señala: Generalmente las circunstancias materiales están en contra. Los perros ladran; la gente interrumpe; hay que hacer dinero; la salud se quebranta. Además, acentuando todas esas dificultades y haciéndolas más insoportables, está la indiferencia notoria del mundo (Un cuarto propio).

Revisando las condiciones del acceso a las TIC en los medios rural y urbano, se alude a un porcentaje de población urbana con computadora y acceso a internet y telefonía (incluyendo la móvil) de 50,9%, 65,5% y 95,7%, respectivamente. En lo que hace a la población rural, en los mismos rubros de contar con computadora, acceso a internet y telefonía, de 20,6%, 23,4% y 81,1%. Vistos de esta manera los datos, dicen poco. Pero siconsideramos que en información de 2014, se plantea tener una población de 119 millones 990 mil 073 habitantes en México, de los que 92 millones 191 mil 294 son pobladores urbanos (76,8%) y 27 millones 798 mil 779 son habitantes rurales (23,2%), y que en datos de la ENDUTIH 2019, la proporción de acceso a internet de la población urbana es de 76,6%, en tanto la población en zonas rurales tiene un acceso del 47,7%, significa que en las zonas rurales 14 millones 538 mil 782 personas -saquemos a la población menor de edad y a los grupos de la tercera edad- están en condición periférica en su acceso a internet, mientras que en las zonas urbanas están excluidos 21 millones 572 mil 763 personas; igual hay que sacar a la población de menor y mayor edad. Veámoslo en negativo: 23,4% de la población urbana no tiene acceso a internet, mientras que 52,3% de la población rural tiene este problema. Para los que se encuentran en esta situación, la conexión a los programas de educación remota se ven diluidos por una realidad material.

Ahora, pensando en lo educativo, es pertinente reflexionar que los medios que de manera principal se utilizaron para la conexión a internet, en 2019, fueron el uso de celulares (Smartphone) con 95.3%; computadora portátil con 33.2%, y computadora de escritorio con 28.9 por ciento. Las dificultades para elaborar un documento escrito o bien realizar alguna actividad que requiera por ejemplo el Excel, para estudiar una base de datos, saltan a la escena. Otro problema detectado por la ENDUTIH, y que ha estado presente en las experiencias educativas aún tibias, aluden a interrupciones del servicio.Por otro lado, el peso decisivo de cierto equipamiento está en relación directa con los usos sociales de la tecnología, pues hasta donde da la información empírica, se privilegia el acceso a internet para entretenimiento, siguiendo en un orden menor lo relacionado con actividades escolares, trabajo y medio de capacitación, aun cuando en el piso de la realidad se trata de fronteras difusas, pues la incursión en internet puede estar ligada también al trabajo o a actividades escolares, por ejemplo.

Son tiempos difíciles. Mantener actividades de educación remota contribuye como soporte emocional para estudiantes y docentes, da un sentido de encuadre normalizador necesario -más allá del relieve de lo educativo en sí mismo-, pero al mismo tiempo reproduce la exclusión previa existente en este espacio reseñada. Y por la exigencia de contar con equipo determinado para la conexión con las actividades escolares, crea nuevas formas de exclusión. En lo inmediato, bajar las tarifas, ensanchar la infraestructura y expandir los servicios, se presenta como algo imperativo. Tan imperativo como reconocer que generalmente las circunstancias materiales están en contra…

UAM-Xochimilco

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