En la economía cubana hoy confluyen la pandemia, sanciones recrudecidas por Trump (243 medidas adicionales incluyendo bloqueo de las remesas, prohibición de usar las instituciones financieras globales, inclusión como patrocinadora del terrorismo) y ahora por Biden (comerciales y apoyando económicamente a los disidentes), más la recesión económica internacional (que derribó ingresos por turismo, requeridos para comprar medicinas y alimentos) y el agotamiento de los esquemas gubernamentales para enfrentar una dinámica de crisis agravada por cortes de electricidad, escasez de alimentos y medicamentos, explican que el descontento social se profundizara en sectores, se haya ampliado a otros y buscara vías para que lo escuchen y atiendan.

Usando las protestas del 11 de julio pasado, EU ha exagerado el “enorme consenso” de los descontentos cubanos, que entusiasmó a gobernadores, legisladores y alcaldes norteamericanos al grado de exigir “bombardear a Cuba, para salvarla”. EU calló ante graves represiones policíaco-militares en Chile, en Bolivia, en Colombia, incluso en EU, frente a justificadas protestas sociales, contra la brutalidad policiaca racista contra la población negra, que durante dos meses y medio, en 2020 dejó 1,021 muertos, más de 300 periodistas heridos, y que costó a Trump la presidencia.

EU ha buscado exacerbar protestas para minar la moral y el entendimiento colectivo cubano, distorsionando la realidad, publicando falsas listas de desaparecidos, menores detenidos y pérdidas de vidas. Usando intensiva y perversamente las redes sociales a las que son adictos los jóvenes, trató de arrastrarlos a protestar. Les prometió acceso “libre” a Internet, ocultando que las GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Microsoft) ya fueron declaradas de seguridad nacional e incorporadas al Pentágono.

Desde hace décadas, para la oligarquía norteamericana está vetado el socialismo como ejemplo para América Latina y por eso el retroceso económico-político del gobierno cubano debe confirmar su inviabilidad. De ahí la dureza del bloqueo económico (vigente desde 1962) que ha costado a Cuba decenas de miles de millones de dólares y EU lo ha profundizado “humanitariamente” en plena pandemia.

La “nueva” estrategia de Biden: aislar y desprestigiar al gobierno y de paso romper el lazo Cuba-Venezuela, que también está en la mira, ahora con la ONU hablando en su Informe anual 2020, de que “la frontera Colombia-Venezuela produce la mayor cantidad de narco-cultivos del mundo aumentando la producción pese a una disminución de 7% en los cultivos sembrados”. Denuncias de corrupción y descontento en Cuba, de narco-estado y descontento en Venezuela. Y Colombia como bisagra militar. Juntas: son las piezas para una intervención militar.

En Cuba, hoy EU quiere donar vacunas contra la Covid-19, pero “sólo si las administra un organismo internacional” (ideal para alegar ineficacia o corrupción). Acusa al gobierno de quedarse con una parte de las remesas, por eso ofrecen “que lleguen directo a los cubanos” por mecanismos “privados”. En México, Kamala Harris presumió “un programa de combate internacional a la corrupción”.

Que nadie se confunda: México también está en la mira, por eso el gobierno recompone discursos, proyectos y alianzas. El peligro: pasar de la “guerra fría” a la caliente y desestabilizar al mundo.

Profesor de la Facultad de Economía de la UNAM e Integrante del Centro de Análisis de Coyuntura Económica, Política y Social, CACEPS.
caceps@gmail.com

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