En las elecciones presidenciales de México y EU este año confluyen: la crisis política en EU, la ultra derecha con agenda global, la inteligencia artificial generativa y la “guerra sucia” contra AMLO y Sheinbaum alegando supuestas “ligas con el narco”.

Aristas de la crisis política en EU: disputando la Presidencia el viejo Trump intenta remontar entorno adverso, ya que un tercio del electorado cree que Joe Biden le robó la elección de 2020. Él insiste: “si no salgo elegido, va a ser un baño de sangre para todo el país”. Añade: si llego, “habrá deportaciones masivas”; y amenaza invadir a México “para combatir al narco”. Apuesta a disputar la legalidad, recrear la ilegitimidad del otro y amenazar con el uso de la violencia.

El otro polo, el de Biden y los demócratas, aporta a la crisis política de EU: validar el genocidio israelí contra palestinos, el apoyo al corrupto Zelensky en Ucrania, la expansión del presupuesto militar, de la extracción petrolera, la privatización del “Medicare” y los lapsus mentales del viejo Biden.

El sistema electoral, sin cambios institucionales, alterna a esas dos grandes coaliciones oligárquicas, excluyentes de nuevos actores sociales; éstos, solos o en movimientos contra el racismo (la vida de los negros importa), la inequidad y la violencia de género ( mujeres en lucha), la precarización laboral (migrantes ocupando empleos de bajos salarios y sin prestaciones) o la disrupción climática ( cuestionada por los ambientalistas) y el anti-militarismo, hace rato lo desbordan y agravan la crisis.

La ultraderecha trae la peor agenda: nacionalismo, racismo, xenofobia, fascismo, militarismo y homofobia, persecución religiosa y anticomunismo. Migrantes y refugiados políticos son “chivos expiatorios” de la crisis, ocultando sus aportes a la riqueza americana.

Para América Latina y especialmente México, exalta las fórmulas económicas y de seguridad de Bukele (moneda digital y encarcelamientos masivos), Milei (privatización y austeridad a ultranza, destrucción institucional), Noboa (militares combatiendo “narco-terroristas”).

Tras fracasar 170 millones de bots y robots enviados desde Madrid y Buenos Aires para contrarrestar la “mancha roja” del progresismo de la 4T, ni “Vox” de España ha reconocido su apoyo a Xóchitl Gálvez. Y la ultra acá, falazmente concluye: “en México no hay condiciones para realizar la elección”.

La ultraderecha en México, acuerpada en el bloque partidista (PAN-PRI-PRD), encapuchada como “ciudadana” y explotando la inteligencia artificial generativa, primero anunció la debacle económica, pero mejor apostó al miedo deslegitimando la elección presidencial, acusando de corrupción al gobierno e irritando a la clase media con ansiedades religiosas, miedo al narco y al comunismo para ganar la Ciudad de México y bloquear una eventual mayoría calificada de MORENA en el Congreso, que cree viable conseguir.

Atizando la violencia atribuible al narco, repite la apuesta contra el voto masivo, como hizo en 2018, (en los tiempos del INE de Lorenzo Córdova y Edmundo Jacobo), cuando hubo 56 candidatos asesinados de todos los partidos, 134 políticos muertos ligados a la elección. Y ésta se realizó.

Hoy conocemos un antídoto a las crisis: la movilización popular-democrática, las alianzas de fuerzas sociales nacionales y trasnacionales, la precisión del cambio anticipando y desmontando peligros, no minimizándolos.

Profesor jubilado de la Facultad de Economía de la UNAM e Integrante del Centro de Análisis de Coyuntura Económica, Política y Social,

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