Para muchos la cultura sneaker es un asunto impenetrable: ¿por qué de repente la gente empieza a comprar tenis de manera obsesiva y pagando fuertes sumas de dinero? En You Ain’t Got These, el documental disponible en la plataforma Quibi, la actriz Lena Waithe nos explica por qué la cultura sneaker es más que coleccionar zapatos.

Siguiendo las peculiares características de la plataforma Quibi (contenidos episódicos donde cada uno de ellos sólo puede durar un máximo de 10 minutos y que sólo se pueden ver en el celular, vía la aplicación de la plataforma), You Ain’t Got These es un documental de 12 episodios (de casi 10 minutos cada uno) donde la actriz ganadora del Emmy, Lena Waithe nos lleva de la mano por los orígenes y evolución de la cultura sneaker.

Según Waithe, todo empieza con los Jordans 1, los zapatos diseñados por Nike para Michael Jordan y que iniciaron un boom de ventas para la empresa. Aquellos tenis eran el objeto de deseo de todos los niños y adolescentes de la época (1984) pero en los barrios populares, se convirtieron en una suerte de tarjeta de identificación: sabías que pertenecias a tal o cual tribu si traías tus Jordan, tus Adidas, o tus Converse.

La posesión del objeto suponía identidad. Jordan se había convertido en un dios para blancos y negros, por lo que la comunidad afroamericana los consumió como una forma de apoyo a aquel que había roto todas las barreras y que era un orgullo para todos los afroamericanos en Estados Unidos. La comunidad negra, históricamente maltratada, dicta de nueva cuenta el pulso de lo cool.

Los deportes fueron primero, pero luego vendría la música. La banda de rap, RUN DMC, le cantaba a sus tenis favoritos, los Adidas, y finalmente llegaron a un acuerdo millonario con la marca, de tal forma que lo que empezó como una declaración de principios terminó volviéndose en un anuncio para Adidas.

Los zapatos -según Lena Waithe- se convirtieron entonces en el punto de encuentro de dos clases sociales: los jóvenes ricos buscaban tener los Air Jordans, y los jóvenes pobres trabajaban meses para conseguirlos. Pero una vez comprados, tanto ricos como pobres caminaban sobre el mismo piso.

Esta bonita analogía no duraría mucho. La cultura sneaker es también una cultura de diseño, que deriva en una cultura de consumo impresionante. En esencia, la fórmula es la misma: no hay rapero famoso o deportista famoso que no tenga un trato con alguna de las marcas de zapatos tenis, mismas que van acompañadas con jugosos millones para los artistas, mucho dinero para las campañas de publicidad, razonables contratos para los diseñadores y muy fuertes sumas que se mueven en los mercados especulativos.

El negocio de los sneakers mueve millones de dólares. Esto va más allá de los zapatos que encontramos en la tienda de la esquina: existen grandes mercados donde se venden modelos antiguos a precios estratosféricos, páginas de internet donde se especula con los precios, hordas de adolescentes que hacen filas el día que salen los modelos nuevos y los agotan en minutos, para acto seguido venderlos en línea y sacar jugosas ganancias.

Es tal el boom de la cultura sneaker que las grandes marcas de diseño, como Louis Vuitton, Balenciaga y muchas más, se han subido al tren de los sneakers creando objetos inalcanzables para el público común.

Y luego está el tema del machismo inherente en todo esto. Las mujeres no parecen estar invitadas a esta fiesta, pero afortunadamente se han podido colar, a veces a la mala. La industria está tan centrada en los hombres que una diseñadora, que trabaja para Nike no pudo encontrar los propios tenis que había diseñado para la marca en una talla que le quedara: sólo había tallas grandes, para hombres.

Dirigido por el cineasta James Adolphus (con amplia experiencia en series de televisión), You Ain’t Got These es un documental compulsivamente visible que si bien sufre un poco por la rigidez del formato que exige la plataforma de Quibi, es sin duda uno de los mejores contenidos de plataforma.

La mala noticia es que, justo, la plataforma resulta demasiado cara ($155 pesos al mes), por lo que la recomendación es usar el periodo de prueba (dos semanas) y ver este interesante documental.

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