Luego de la embestida anual que el cine de Marvel nos viene recetando por más de 10 años, es claro que hay un agotamiento a todo lo que huela a cine “basado en cómics”.

Esa frase usualmente se refiere a películas de superhéroes, pero ante el hastío habría que entender que el cómic no es un género, es un medio, y que dentro de ese medio hay mucho, mucho más que sólo dos sabores: DC o Marvel.

Es más, dentro de las mismas editoriales no todo son superhéroes, tanto DC como Marvel tienen líneas alternas donde las historias no son protagonizadas por tipos con capas y spandex.

Ante el agotamiento de las historias de seres con superpoderes, era lógico que los estudios viraran hacia otro tipo de narrativas dentro del mismo medio. Esto no es un fenómeno nuevo, recordemos que cintas como A History of Violence (Cronenberg, 2005) o Blue is the Warmest Color (Kechiche, 2013) son adaptaciones de material que surgió primero en un cómic.

Valga el contexto para hablar del más reciente ejercicio de adaptación de un material de cómic que no tiene nada que ver con superhéroes.

Sweet Tooth (serie exclusiva de Netflix, basada en el cómic de DC/Vertigo escrito por Jeff Lemire) es una fábula post apocalíptica que, por una macabra coincidencia, apunta directo al temor y la paranoia que el planeta entero hemos vivido durante los últimos 15 meses.

Mediante un prólogo en voz en off a lo Raising Arizona (Joel & Ethan Coen, 1987), nos enteramos que un virus está arrasando a la humanidad, poniendo en jaque a los gobiernos del mundo quienes solo atinan a pedirle a población que no salga y que empiece a rezar.

A la par de la emergencia, comienzan a nacer niños “híbridos”, que son fundamentalmente humanos pero con características de animales. El temor y la paranoia provoca que esta raza híbrida sea señalada y perseguida por ser los “culpables” de la pandemia.

Uno de estos niños híbridos, Gus (Christian Convery), es cuidado por su padre en un lugar alejado, en medio del bosque. Él le enseña todo lo que tiene que saber para sobrevivir en este mundo hostil donde se le persigue como a una plaga.

A la par se cuentan dos historias más, la del doctor Singh (Adeel Akhtar) que tratará de buscar una cura, y la de Aimee (Dania Ramírez) quien luego de encerrarse por mucho tiempo en lo que era su oficina, decide finalmente salir a la calle.

Con tono y tropos que recuerdan a cintas como Where the Wild Things Are (Jonze, 2009), The Road (Hillcoat, 2009) y cualquiera de las primeras películas de Steven Spielberg, Sweet Tooth va de tonos sombríos a lugares y momentos de dulce melancolía.

Desconozco si el cómic original es más oscuro, pero su adaptación a serie se beneficia de nuestra propia paranoia respecto al miedo que nos provoca la pandemia, el encierro y el contacto con otros.

Mucho del leve tono oscuro de la serie es fortuito a ella, y es que a partir de la pandemia de Covid-19, es un hecho que cualquier historia sobre agentes infecciosos y fin del mundo, de ahora en adelante nunca la podremos ver desde una cómoda lejanía.

En todo caso, la serie busca eludir el tono ominoso y mostrar un post apocalipsis verdoso, una especie de renacimiento donde estas escenas de animales retomando el planeta, se repiten en esta ficción de fin del mundo.

Después de tantos meses sin salir de casa por temor al virus, ver Sweet Tooth podría ser buena idea: es un abrazo amoroso que descansa en ideas sobre tolerancia, solidaridad y empatía.

Advertidos están aquellos que (como yo) a los que el exceso de azúcar les provoque más náusea que comfort.

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