Con más de mil millones de horas reproducidas, la cuarta temporada de Stranger Things es (según los números de Netflix) la serie más vista en la historia de la plataforma, superada únicamente por El Juego del Calamar.
Estrenada el mismo día y prácticamente a la misma hora que Obi-Wan Kenobi -la serie de Disney Plus sobre el muy popular personaje de Star Wars (con Ewan McGregor de nueva cuenta interpretando el papel)- se esperaba que ocurriera un espectacular choque de trenes.
Lo que sucedió al final es que Stranger Things le pasó encima a Star Wars y con justa razón: la serie de Obi-Wan no solo estaba mal escrita y mal filmada, sino que su diseño de producción abarataba el producto hasta el punto de verse peor que algunos de los fanfics que abundan en el internet.
Pero la humillación más grande está no en los números sino en la conversación: a una semana de terminada la serie, Stranger Things sigue siendo el tema de conversación. Su influencia en la plática colectiva de cultura pop es tal que canciones como Running Up That Hill (Kate Bush) y Master Of Puppets (Metallica) -ambas protagonistas de al menos dos momentos claves de la serie- están en el Top 3 de canciones más escuchadas en Spotify.
Tan solo la canción de Kate Bush recaudó más de dos millones de dólares en regalías por todas las reproducciones que han sucedido desde que apareció en la serie, hace apenas unas cuantas semanas.
¿Cómo explicar el fenómeno?
En un intento por contestar esa pregunta, quien esto escribe se dio a la tarea de ver completa la temporada cuatro de Stranger Things. Una encomienda difícil toda vez que, primero, sólo vi (y no me encantó) la primera temporada. Y segundo: el tiempo total de reproducción de la temporada cuatro (con todo y sus dos “volúmenes”) es de 774 minutos, casi trece horas en tan solo nueve episodios.
Es decir, cada episodio dura en promedio una hora con veintiséis minutos. O en otras palabras: ver Stranger Things temporada cuatro equivale a ver nueve películas. ¿Pues qué tanto pasa en esta historia que requiere de tal cantidad de horas para ser contada?
Mi experiencia viendo esta serie pasó de regular a insoportable. Desde Transformers 3 (Bay, 2011) no había sentido esta sensación de hastío y desesperación frente a una película (o en este caso una serie).
Y es que el gran problema de Stranger Things 4 es que la trama se alarga demasiado, siempre con mecanismos artificiales. Llega un punto que el objetivo de la serie no parece ser contar una historia sino hacer tiempo para durar más.
La estructura del guión se asemeja a la de un videojuego. Los gran multitud de personajes (previamente divididos en grupos) tienen que cumpir diferentes misiones: los que van a Rusia a rescatar a alguien, los que van en una camioneta de pizzas a rescatar a alguien, los que van al upside down a rescatar a alguien y tratar de detener a Vecna, el nuevo monstruo de esta temporada cuya inspiración claramente está en Freddy Krueger (A Nightmare on Elm Street, Craven, 1984): Vecna mata adolescentes, al parecer aquellos que sufren algún tipo de depresión.
La prolongada duración de la serie termina por evidenciar varios trucos de guión, y es que todas las escenas pertenecen a una de cuatro opciones: escenas de exposición (donde explican cosas), escenas de cursilería (donde los personajes se abren frente a otros a mostrar sus sentimientos), escenas de acción y escenas de monólogos (incluso hasta de flashbacks).
Todos estos recursos no son usados para narrar la historia, o enganchar al espectador, se trata de una práctica llamada plot blocking.
El plot blocking es un vicio derivado de la crisis de la sala cinematográfica como modelo de negocio. Como ahora las películas de presupuesto medio (que no son de arte pero tampoco son franquicias) no tiene ya cabida en la exhibición comercial, su única vía de sobrevivencia es las plataformas.
Aunque algunas de estas películas son llevadas tal cual a los servicios de streaming, otras tienen que modificar su estructura y convertirse en series (p. ej. Obi-Wan Kenobi). Es cuando el plot blocking hace lo suyo, alargando artificialmente la trama para cumplir con un número de episodios predeterminados.
Stranger Things se está convirtiendo en un maestro del plot blocking. ¿Cuántas veces en esta temporada, cuando algo interesante está por ocurrir, cambiamos de grupo y ahora vemos lo que está pasando (por ejemplo) en Rusia?
El efecto de estos cambios en el flujo narrativo es doble: por un lado frustración, y por otro lado el incremento del deseo por seguir viendo, porque la serie nos trae cual burro jalado por una zanahoria, no termina por darnos lo que queremos ver, pero nos hace una promesa de que pronto vendrá, tu sigue viendo episodios.
¿Qué ha pasado en esta cuatro temporadas de la serie?, ¿cuántos monstruos más van a combatir estos niños, que a la sazón ya ni son niños?, ¿cuántas veces veremos escenas de ellos comunicándose por walkie talkies, entrando al upside down, o montando en bicicleta? ¿cuántas veces más tenemos que chutarnos los traumas de Eleven y su cara de mala?, ¿cuantas veces más un flashback de lo que le pasó de niña?, ¿cuantas veces más un plan súper complicado que estos niños planean con una facilidad notable y siempre fuera de cámara?, ¿cuántas veces hay que entrar a un lugar super secreto del gobierno?
¿Cómo hacer que la generación del Tik Tok, la del contenido que no puede durar más de tres minutos porque pierden el interés, se vuelva fanática de una serie que dura 774 minutos?
La respuesta es el plot blocking, la promesa infinita de que lo bueno viene más adelante.
Marvel recurre al plot blocking en todas las películas del MCU; vean los buenos resultados. No se niega, claro, el extraordinario diseño de producción de la serie, la buena cinematografía, el ritmo tan eficaz (muy de película de los ochenta, de hecho) y que al menos nos entrega dos momentos que serán memorables (uno mucho más logrado que el otro): Max levitando pero siendo salvada gracias a la música de Kate Bush, y Eddie tocando a Metallica en el mismísimo infierno (medio obvia la idea, pero carajo, qué bien se ve en imágenes).
Dos momentos memorables en 774 minutos.
Stranger Things 4 es un triunfo de la mercadotecnia. Si el qué importa menos que el cómo, aquí el cómo nunca estuvo al servicio de la trama, ni de los personajes, o de la audiencia, estuvo siempre al servicio del marketing.
Sin duda en esos terrenos la serie es una maravilla, la demostración de que no importando la baja de suscriptores, Netflix está lejos, pero muy lejos de ceder el trono como el rey del contenido en streaming.





