A medio camino entre el cine de desastres, el survival horror, e incluso el thriller, la premisa de Fall (Estados Unidos, 2022) es tan inverosímil que resulta absolutamente irresistible: dos chicas escaladoras deciden subir una vieja antena de televisión abandonada que tiene más de dos mil pies de altura y, como es previsible, quedan atrapadas en lo alto de la estructura.

Que tamaña estupidez salga mal no sorprende a nadie, lo que sorprende es que el director Scott Mann, el editor Robert Hall, y el fotógrafo MacGregor, logren provocar un inesperado estado de tensión y zozobra que inicia desde el ascenso y continúa durante todo el trayecto hasta que estas dos amigas quedan atrapadas en una minúscula plataforma a lo alto de la torre, sin comida, sin agua, y sin señal de celular.

La cinta inicia con otra tragedia. Becky (Grace Caroline Currey) y su esposo, Dan (Mason Gooding), escalan un acantilado junto con su amiga Hunter (Virginia Gardner), cuando súbitamente alguien comete un error y el accidente provoca que Dan caiga al vacío.

Más de doce meses después, Becky sigue completamente devastada. Dejó de escalar, se refugió en su casa y solo sale a un bar local a emborracharse y seguir pensando en cómo es posible que su esposo, el amor de su vida, esté muerto.

Hunter llega a su casa y bajo el argumento de que la etapa de luto debe terminar, le propone una osadía: escalar una vieja torre de televisión abandonada que se encuentra en medio de la nada (la película se filmó en el desierto de Mojave). La idea es que Becky se sacuda el miedo que le provocó el pasado accidente y encuentre una forma de terminar el luto por su marido esparciendo las cenizas del mismo desde lo alto de la torre.

Aunque muy en el fondo Hunter tiene un motivo extra para hacer esto: quiere aumentar el número de seguidores en Instagram, ya que ella es una especie de influencer sobre deportes y actividades de peligro.

Luego de negarse un rato, Becky acepta y se enfilan hacia el desierto. Ambas suben ligero, llevan una mochila con agua, las cenizas del difunto Dan, un dron para capturar de la mejor forma el momento y claro, el indispensable celular. Además, Hunter sube con una blusita de amplio escote porque “eso genera más likes”.

La película resulta inesperadamente efectiva en generar tensión y adrenalina en el público. El director juega con nuestras expectativas: todo el tiempo escuchamos el sonido metálico de la tambaleante estructura, la lente se fija en puntos claves para engañarnos y hacernos preguntar ¿ése tornillo va a caer?, ¿esa junta irá a ceder?, ¿esos cables de tensión están hechos para aguantar a dos personas arriba de la torre?

Desafortunadamente, este acto de malabarismo entre el cineasta, el editor y el fotógrafo no resiste mucho tiempo. La película se va tornando inverosímil (¡aún más!) conforme avanza el tiempo, aunque sigue manteniendo una duda sobre la forma en que estas dos mejores amigas podrían sobrevivir.

Hay un pequeño subtexto que apunta de forma crítica hacia todo lo que los influencers están dispuestos a hacer con tal de unos likes, pero esto es meramente superficial: la película es un buen divertimento de fin de semana, un palomazo que se deja ver por lo inusual de su trama y por lo bien logrado de la tensión inicial.

Esta en una película diseñada específicamente para ser vista en la pantalla grande del cine, verla de otra forma es mutilar la única característica que la hace visible: aquellos minutos donde la cinta nos contagia el vértigo de estar a dos mil pies de altura.

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