Las metrópolis son casi por definición, espacios inmensos pero proporcionalmente seguros. Han servido de oasis frente muchas consecuencias sociales y asilo de muchos, aunque al mismo tiempo no han sido exentas de problemas incontenibles. La Ciudad de México por ejemplo, es ejemplo de un bastión que a pesar de ser de las ciudades más grandes del mundo, sostiene una dinámica con sus ciudadanos que son los que han hecho de que la impunidad y la indiferencia no nos rebasen día con día.

Nuestra ciudad es un reflejo de nosotras mismas (y nosotros) por lo que no he de extrañarnos que a lo largo de los años encontremos la ciudad como un espacio de todas y de todos. Sin embargo, los factores que nos rebasan son incontables pero justamente no somos un caso aislado.

Este mismo año, hace apenas unas semanas, una mexicana se encontraba en otra metrópoli de Europa. María Fernanda, una joven que estudiaba su posgrado en Alemania fue reportada como desaparecida y luego hallada muerta en un canal. Las autoridades informan con una lentitud que hasta hace poco parecía característica de un gobierno como el nuestro, pero lo que vemos es que la violencia contra las mujeres sigue queriendo ser tapado y minimizado. El cuerpo hallado en el canal, igual que las muertas del Río de los Remedios, es considerada simplemente muerta y no hay, según indican las autoridades, razones para pensar que alguien la mató. Así de banal es la percepción de las autoridades de un caso que simplemente ejemplifica lo escalado que está la violencia contra las mujeres.

¿Cuándo será momento de dejar de hablar de feminicidios? Quizás cuando los erradicamos. Cuando justamente personajes con el poder político como el Presidente Andrés Manuel López Obrador sea capaz de entender el problema de género que nos cangrena minuto a minutos por discursos como el suyo, en el que apenas hace unos día se cuestionaba si las agresiones contra él no eran violencia de género. Es preciso justo poder insistir hasta que el mensaje sea claro no solo a la vista de millones de mujeres sino también de hombres y personas no binarias.

El problema de género es tan serio que apenas hace unos días también vimos en todos los medios nacionales un video donde un hombre apuñala sin razón alguna a una mujer para después huir. No son crímenes pasionales, ni amorosos, ni nada que los justifique. Son violencias que se replican sistemáticamente una y otra vez y que nos convierte en mayor o menor medida en víctimas por el simple hecho de ser mujeres.

El violentómetro para quién no lo conozca es una especie de medición de la violencia en donde puede verse la magnitud de una agresión por inofensiva que parezca. Mucha violencia comienza precisamente por la violencia psicológica. ¿Cuántas mujeres no son agredidas diariamente por sus propias parejas? La falta de atención ante la salud mental puede tener graves consecuencias que incluso terminan en algunos casos con la vida de personas. Vimos televisados los suicidios sistemáticos que se ejecutan en apenas unos días de diferencia.

Hoy tenemos mucho trabajo que hacer al respecto, pero por hoy, lo primero es explicar una y otra vez, por qué nos importan detener la violencia de género.

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