Los movimientos sociales son una parte fundamental de la estructura social que construimos día a día como mexicanos. Desde el movimiento indígena hasta la formación de nuevos partidos. El rumbo y el destino que tienen todos y cada uno de ellos corresponde a una necesidad colectiva. Nadie es ajeno a estas necesidades, somos juez o parte de cada cosa que nos define como mexicanas y mexicanos.

En la actualidad, uno de los movimientos que más han tomado relevancia en el mundo es el feminismo. En la actualidad se han instaurado en nuestro vocabulario términos como sororidad, paridad de género, inclusión que corresponden a una realidad que ha volteado por fin a ver a las mujeres y que se les reconoce hasta este siglo como una parte equitativa de la sociedad; somos hombres pero también mujeres. Una Ciudad como la Ciudad de México es, casi por definición, una Ciudad incluyente.

Los espacios ganados a lo largo de este corto periodo desde que ha tomado valor el término feminismo son muchísimos, tantos que a veces pueden traslaparse ideas unas sobre otras. Un reflejo normal de una polifonía de voces que han clamado durante tanto tiempo ser escuchadas y que cuando por fin sucede pueden parecer el eco de una misma queja. El feminismo es una postura urgente porque como mujeres podemos identificar la serie de cosas que deben ajustarse para una sociedad más equilibrada, mientras que como hombres, el valor de la consciencia es lo que efectivamente permite una reflexión colectiva. El feminismo es un movimiento social porque es un movimiento de todas y de todos.

Quizás este espacio sea pequeño para una introducción tan compleja como lo es abordar la identidad de género, pero vivimos en un mundo donde todo ha cambiado de generación en generación. Los paradigmas que teníamos en los últimos 50 años se han ido desbaratando con el tiempo de la misma forma en la que poco a poco hemos construido una Ciudad más incluyente y sobre todo más libre. Somos una sociedad que se ha permitido decidir sobre todos los gustos y todas las preferencias, sobre cuerpos propios antes que los ajenos y seguimos siendo una Ciudad en construcción.

Uno de los mayores aciertos de nuestra actualidad es la oportunidad de alzar la voz y decir todo aquello que pensamos, con la exclusiva regla de que nuestras ideas no están por encima de las demás. No podemos habitar un feminismo que defina quién sí y quién no puede asumirse feminista como no podemos otorgarle o negarle el derecho a alguien de tener ideales.

El feminismo es un pensamiento incluyente. La reflexión debe tener lugar para hombres y mujeres de todas las preferencias y todos los ideales, pues es un pensamiento colectivo en construcción.

La Constitución de la Ciudad de México define que la Ciudad pertenece a sus habitantes. Se concibe como un espacio civilizatorio, ciudadano, laico y habitable para el ejercicio pleno de sus posibilidades, el disfrute equitativo de sus bienes y la búsqueda de la felicidad. Esta es la virtud de nuestra gran Ciudad: la inclusión, donde antes que nada somos personas con los mismos derechos y libertades, y donde también las mujeres trans son mujeres y donde las personas no binarias tienen el derecho de serlo en libertad porque la Ciudad de México es y seguirá siendo un lugar para sentirnos libres.

@alepuente100

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