La v iolencia sexual en contra de niñas, niños y adolescentes es una cifra que crece año con año, sin embargo, no se cuenta con una estadística precisa que permita dimensionar la gravedad de este flagelo y emprender una estrategia de prevención, debido a que el 95 por ciento de los delitos sexuales quedan en la impunidad, no se denuncian porque, como se ha demostrado, la mayoría de los agresores sexuales son del entorno familiar o cercano.

En el informe “Violencia Sexual Infantil en México: Retos y Oportunidades en las Principales Fuentes de Información Estadística”, que presentaron la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) y Early Institute se señala que en 2020 el Censo Nacional de Procuración de Justicia Estatal (CNPJE), registró 51 mil 273 delitos sexuales en carpetas de investigación, de las cuales el 42.4 por ciento de las víctimas fueron menores de edad; el 83 por ciento de las víctimas fueron del sexo femenino.

El abuso sexual en niñas, niños y adolescentes es un delito que se comete en todos los ámbitos y niveles socioeconómicos; se estima que aumentó un 87 por ciento en los últimos cinco años, pero solo en cinco de cada 100 casos se abrieron carpetas de investigación.

Encontramos dolorosos y, por muchos años, ocultos testimonios como los de: Marco Antonio: “Al volver a la casa de mi tío tuve un recuerdo aterrador. Aquel día que estábamos jugando, de repente saltó sobre mi cuerpo y después sentí cómo rompía mis entrañas, mi espíritu y todo mi ser. Lo único que quería en ese momento era morirme y no tener ese recuerdo”.

Mary: “Mi padrastro comenzó a violarme cuando yo tenía 13 años. Mi mamá lo permitía, con tal que no nos abandonara”.

Alejandra: “Cuando tenía cuatro años, mi hermano comenzó a violarme. Fue tal la angustia, el no entendimiento de la situación y la confusión, que nunca le conté a nadie sobre lo ocurrido. Lo que más me duele es que mis papás lo descubrieron y callaron por vergüenza. Así pasó durante cinco amargos años y con un Padre Nuestro lavaban sus pecados”.

Son testimonios que visibilizan por qué el silencio y la tolerancia social acompaña la comisión de este delito y la falta de la denuncia, lo cual impide generar estadísticas precisas. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF , señala en “Ocultos a plena luz: un análisis estadístico de la violencia contra los niños”, que uno de los grandes retos en las estimaciones sobre violencia sexual infantil es el subregistro, ya que entre 30 y 80 por ciento de las víctimas no admiten o declaran haber sido víctimas sino hasta la edad adulta, además de que muchos otros permanecen en silencio toda su vida.

Es un contexto social que evidencia la urgencia de que se concluya el proceso legislativo de la reforma al Código Penal Federal que elimina la prescripción de los delitos sexuales contra menores de 18 años, porque permitirá que estos ilícitos se puedan sancionar, sin que se extinga la responsabilidad penal por el transcurso del tiempo.

Con ello, los agresores serán investigados, enjuiciados y, en su caso, condenados, sin importar que las víctimas emprendan acciones legales muchos después de haber sido violentadas.

Es innaplazable avanzar en el combate a la impunidad y fomento de la denuncia , pero también en la integración de un sistema nacional de información estadística para que a partir de ello se desarrolle una estrategia para prevenir la violencia sexual infantil con acciones que atiendan el interés superior y derechos humanos de los niños, niñas y adolescentes.

Maestra en políticas públicas
Alejandra Barrales (@Ale_BarralesM)

Google News

TEMAS RELACIONADOS