Ante la demanda desesperada y permanente de la ciudadanía por que las autoridades les garanticen una vida libre de violencia y sin miedo, y ante crímenes cada vez más atroces, este 8 y 9 de marzo mujeres de todas las edades, condiciones y razas tomaron las calles llenas de dicha y rabia, de gozo y de enojo, de exigencias y de sororidad.

Este movimiento feminista, que se ha apropiado de las calles y que fue acompañado de otras niñas, adolescentes y mujeres defendiendo su derecho a una vida libre de violencia, no busca conservar el orden que niega la igualdad entre hombres y mujeres; sino transformar la cultura machista, que somete a las mujeres, las violenta y les arrebata la vida.

Busca transformar la cultura machista, que somete a las mujeres, las violenta y las mata, porque en tanto se realizó la movilización y el #9NadieSeMueve, a 21 niñas, adolescentes y mujeres les fue arrebatada la vida a lo largo y ancho del territorio nacional.

Es el caso de Nadia Verónica, de 23 años, estudiante de la Universidad Iberoamericana de León, asesinada la madrugada del 8 de marzo cuando regresaba a su casa a bordo de su automóvil en Salamanca, Guanajuato.

Gran conmoción generó que para concientizar sobre la violencia que vivimos las mujeres en México, Nadia escribiera en su cuenta de Facebook, dos días antes de ser asesinada, “Si algún día soy yo, por favor cuiden con el alma a mi sobrina porque yo quise ser un ejemplo para ella y sobre todo enséñenle a no vivir con miedo y a luchar por su vida”.

Las mexicanas no merecen un país en el que salir a la calle para estudiar, trabajar o divertirse, se convierta en una actividad de riesgo en la que puedan perder la vida, como es el caso de Nadia Verónica, María Magdalena y de aquellas mujeres que aún no han sido identificadas, casos en los que hasta el momento no hay ningún indiciado.

La manifestación de las miles de niñas, adolescentes y mujeres fue para exigir el derecho a tener derechos, de no ceder más al silencio que empodera al agresor o al Estado omiso. La exigencia fue por un Estado sin privilegios para darle vida a un Estado de derechos, en el que las niñas, adolescentes y mujeres no vivan con miedo.

La violencia de género es estructural y cultural, por ello es urgente que los tres niveles de gobierno establezcan una política de prevención y erradicación de las violencias feminicidas.

El punto 5 de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, adoptada por la ONU, señala que la ruta precisa para enfrentar esta pandemia, es atender las causas estructurales de la violencia contra las niñas, adolescentes y mujeres desde sus raíces, es decir la desigualdad e impunidad.

Se deben revisar los protocolos de atención para saber qué están haciendo bien o mal las fiscalías, qué pasa con los tiempos que transcurren cuando se reporta la desaparición de una mujer, cómo se están integrando las carpetas de investigación.

De acuerdo con la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, de 2017 a 2020 los feminicidios en nuestro país pasaron de 7 a 10 feminicidios al día.

En 2020, se mantiene un crecimiento sostenido de esta pandemia, lo que hace necesario la creación de una fiscalía especializada que atienda los delitos de feminicidio, debido a lo complejo que resulta para las fiscalías la integración de las carpetas de investigación y, para los jueces, aplicar la perspectiva de género en sus sentencias,
para que ya no se repitan más casos como el de Abril Pérez Sagaón y el de Ingrid, en los que denunciar no les salvó la vida.

Maestra en políticas públicas

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