Uno de los orígenes del éxito del ataque a las torres gemelas en septiembre de 2001 fueron las fallas en las agencias de inteligencia de Estados Unidos, específicamente relacionadas con la burocracia y la falta de capacidad de clasificar adecuadamente las señales que los analistas de vigilancia identificaron, es decir, varios analistas identificaron las señales de que algo estaba pasando, pero nadie “armó el rompecabezas” para levantar las alarmas adecuadas.

Ahora, 20 años después, sabemos que el impacto del 11 de septiembre al del 6 de enero de este año es muy diferente. La última información recabada indica que el incidente pudo haber tenido un desenlace mucho mayor, la presencia de manifestantes con cinchos usados comunmente como esposas así como videos donde los manifestantes hacen referencias a un plano donde buscan oficinas de legisladores específicos (incluso la presencia de una horca) o el descubrimiento de bombas caseras (pipe bombs) dan pistas de que sólo la rápida reacción de los pocos agentes de seguridad del capitolio que conformaban la última defensa, evitó una tragedia.

¿Cómo fue posible que una turba amotinada invadiera uno de los espacios sagrados de las instituciones estadounidenses en medio de una ceremonia crucial en el proceso electoral en medio de un ambiente extremadamente polarizado?

Las primeras declaraciones de la policía del capitolio es que ellos no tenían ninguna señal que adicional a las demostraciones de protestas anunciadas previamente, hubiera un plan para tomar el capitolio. Más allá de eso, dado el contexto y a los incidentes previos de confrontación en los cuales se manifestó la extrema derecha, se esperaría el involucramiento del resto de las agencias de inteligencia: el FBI, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS), la Agencia de Seguridad Nacional (NSA). Si alguna de estas agencias identificó señales de que lo que se estaba planeando era algo mucho más que simple retórica, el caso es que no se tomó ninguna acción para detenerlo, ni la guardia nacional ni refuerzos adicionales del estado se hicieron presentes.

Una posible explicación es que los diferentes grupos que planearon el asalto lo hicieron de una manera tan cuidadosa que pasaron desapercibidos en medio de la organización de la marcha, sin embargo, esta explicación se cae en pedazos cuando nos percatamos de que incluso los manifestantes portaban playeras con la fecha alusivas al evento que decían: “¡6 de enero, Guerra Civil”.

La realidad es que para los expertos que siguen los grupos de extrema derecha y de culto en torno al presidente Trump (QAnon, Proud Boys) las señales eran bastante claras, más allá de la retórica incendiaria del presidente, en redes sociales y foros como Parler, 4chan, 8kun la discusiones eran mucho más específicas sobre los objetivos de las protestas de ese día, en las cuales no se hablaba de defender el voto o exigir a sus representantes, sino de hacer todo lo posible para a toda costa evitar la toma de posesión de Joe Biden como nuevo presidente de los Estados Unidos.

¿Es posible que las agencias de inteligencia tengan sus procesos optimizados para la detección de terroristas islámicos o extranjeros y que por eso no tomaron en cuenta estas señales? Parece poco probable, más allá de la publicidad del gobierno la realidad es que el terrorismo doméstico representa una amenaza mucho mayor que el terrorismo proveniente del medio oriente y como tal, debería estar en una de las principales prioridades de las agencias de inteligencia.

Sea cual fuera la razón y a la luz de los acontecimientos, se reafirma la importancia de contar con herramientas de vigilancia sofisticadas y los mecanismos de evaluación de riesgos e identificación de escenarios para la identificación de amenazas a partir de la información proveniente en campo. Sobre todo, considerando que los próximos días y ante la toma de posesión del presidente Biden y los llamados de los mismos grupos de extrema derecha a hacerse presentes, existen condiciones que ameritan la más alta alerta que permitan actuar de la manera adecuada para evitar consecuencias fatales.

Inspirada en algunos de los elementos del ataque terrorista en Oklahoma de 1995, les recomiendo la película “Arlington Road” en la cual uno de los protagonistas descubre que más allá de la retórica que usa su vecino en contra del gobierno, similar a la usada por algunos de los seguidores del presidente Trump, se esconde algo mucho más siniestro.

Director de Innovación en Metrics.

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