El pasado 28 de abril se presentó en la mañanera la propuesta de reforma político-electoral. Se quiere hacer un cambio completo de régimen, nuevas reglas para el acceso al poder, otro sistema de representación y una institucionalidad diferente y precarizada. Una propuesta que tiene muy pocas posibilidades de ser aprobada por la oposición.

El sistema actual ha sido resultado de múltiples reformas, tiene logros, pero es perfectible. Es cierto que hay un enorme gasto, sobre todo en las fórmulas que nutren las finanzas partidistas, un recurso público que ha crecido de forma permanente desde la reforma de 1996, sin embargo, se gasta mucho más por debajo de la mesa, que el dinero legal. También hay un problema de representación y muy poco aprecio ciudadano por los partidos políticos, quizá porque todos se han encerrado en una burbuja de intereses y complicidades. Es positivo suprimir los tribunales locales que son una simple ventanilla y también es acertado que el financiamiento público se haga para los procesos electorales, siempre y cuando se pueda regular e impedir de mejor forma la entrada de dinero sucio y recursos ilegales. Hay que hacer todo lo necesario para que el dinero no mande en la política y no se rompa la equidad en la contienda.

Varias de las propuestas no resuelven los problemas y sí generan otros peores. La construcción del sistema IFE-INE es producto de una larga fase de reformas, aciertos y errores. Con logros innegables como los instrumentos de certeza para tener elecciones confiables (padrón, capacitación, actas, conteos, resultados, etc.). Quitarle al gobierno el control electoral y construir una institución autónoma, es un acierto histórico. Tener mejores mecanismos para elegir autoridades, con mecanismos más transparentes y comisiones de especialistas, ha generado personal capacitado y ha equilibrado —relativamente— las cuotas partidistas en el reparto de las posiciones del INE. Hay que mantenerlo.

Elegir por voto popular a consejeros y magistrados tiene un enorme tufo populista. Se reproduciría un resultado similar al de los procesos electorales en donde el partido mayoritario tendría mayoría en el nuevo INEC y en el Tribunal Electoral. Sería una rebatinga de grillas y una raya más al tigre de la polarización en donde los elegidos no garantizarían independencia y capacidad. Una muy mala idea de AMLO, un mal chiste propuesto por los ideólogos-voceros Pablo Gómez y Horacio Duarte.

No hay un sistema de representación mejor que otro; hay mucha literatura que estudia porque las reglas son relativas, pero entre los sistemas mayoritarios, de representación pura o mixtos, como el nuestro, este último ha mostrado ventajas para una representación más plural. La propuesta es dejar 300 diputados y 96 senadores y hacer elección mediante listas estatales con el criterio poblacional. Ya se sabe que si son listas cerradas los partidos seguirán controlando la formación de las boletas electorales; ni siquiera se les ocurrió hacer listas abiertas, que sería mucho más democrático o proponer primarias obligatorias. La representación pura da como resultado que el porcentaje de votos sea igual al porcentaje de curules, lo cual es positivo porque suprime la sobrerrepresentación artificial.

Tener como ejes la austeridad, el abaratamiento, la precarización del INE y autoridades electas mediante el voto popular, cierra los espacios de negociación entre el partido gobernante y la oposición. Además, hay que revisar que no se normalice la publicidad oficial y no se regresen tiempos de radio y televisión para beneficiar a los concesionarios de los medios. A pesar de que aparentemente hay algunos rasgos positivos ante problemas de representación, el balance general no es positivo para tener un sistema electoral más democrático.

Podemos especular sobre cuáles serán los usos políticos y las narrativas que se producirán entre morenos y opositores cuando no se apruebe esta reforma, pero ciertamente en el clima de polarización que ya existe lo más probable será otra campaña de “traidores a la patria”, a pesar de que el INE ya ordenó cancelar estos mensajes. En suma, el escenario más probable es que sigamos con el mismo sistema electoral

Investigador del CIESAS
@AzizNassif

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