Vivimos un tiempo extraño en México. Las referentes y las identidades se han vuelto cada día más volátiles. Quizá no estamos exactamente en la visión del sociólogo Zygmunt Bauman sobre la “modernidad líquida”, pero hay rasgos de nuestra vida política que nos ubican en ese mundo: “la vida líquida es una vida precaria y vivida en condiciones de incertidumbre constante”. Además, la crisis sanitaria solo ha profundizado la incertidumbre.

Los referentes con los que se calculaban las decisiones de la política se han movido. Muchos años se persiguieron objetivos generales y abstractos, con los que se quería tener un sistema democrático. Hay una secuencia que se inicia con la liberación de algunas piezas del viejo autoritarismo, luego llegan los procesos de la transición y las alternancias gubernamentales. Ya para el momento de la consolidación, México tenía elecciones libres (con muchas impugnaciones) y con un sistema competitivo de partidos (poco apreciados por la ciudadanía). Casi nunca han desaparecido los litigios electorales, sin embargo, se ha logrado obtener un cierto pluralismo, a pesar de que durante años se lastimó a las opciones del centro izquierda. En 2018 se inició otro momento, en el que nos encontramos ahora, con un escenario más líquido, en donde no están claras las fronteras, las identidades, los inicios y los finales. Por cómo le fue a Lorenzo Córdova en la Cámara de Diputados se puede anticipar una tensión creciente entre el INE y la 4T.

Lo “sólido se ha desvanecido en el aire”. Teníamos un sistema de tres partidos que dominaron la escena las últimas tres décadas y han pasado a ser una oposición frágil y minoritaria. El partido gobernante, de muy reciente creación, tiene mayorías suficientes, pero limitadas, por eso necesita de una coalición con socios impresentables como el Verde. Hemos regresado a los esquemas de partido dominante, pero en un contexto de volatilidad, ahí está el voto en la Ciudad de México. La dominación se pierde y la competitividad crece, por eso es falsa la idea de que regresamos al pasado del priismo clásico, del partidazo invencible. La coalición opositora fue a las urnas muy segura de que sus acuerdos tendrían una duración en el legislativo y a la primera iniciativa presidencial, se ha empezado a fracturar. Morena libra fuertes batallas internas, quizá más duras que las externas, y es un partido-movimiento que no ha logrado consolidarse; sus piezas se mantienen unidas bajo el liderazgo presidencial, pero se anuncia que para 2024 puedan darse escisiones. El PAN acaba de reelegir a su presidente, pero ya le piden que renuncie por una declaración que presagia la derrota del panismo en 5 de las 6 gubernaturas en 2022. El PRI está dividido por la reforma eléctrica entre apoyarla o no. El PRD se mueve como fantasma en la coalición opositora sin fuerza propia. La vida líquida de los partidos.

Entre las características que cruzan ahora el sistema político está la volatilidad, que paradójicamente se da a pesar de que tengamos un nuevo partido dominante. Con AMLO hay un hiperpresidencialismo, que trata de construir un nuevo discurso hegemónico de un país que supuestamente ha dejado atrás el modelo neoliberal, pero en realidad seguimos con muchas prácticas y hábitos de ese sistema, por lo que la división entre antes y ahora, entre liberales y conservadores, entre blanco y negro, es más narrativa, que realidad. Una de las consecuencias de este discurso es el clima de polarización que vivimos y que todo anticipa que se seguirá profundizando en el futuro inmediato. Vivimos la ilusión de estar frente a dos proyectos de país muy sólidos, pero en realidad estamos inmersos en un pragmatismo extremo comandado por una clase política con muy poca calidad democrática. Se han ido borrando las plataformas ideológicas y se producen acuerdos de corto plazo y luchas intestinas por el poder, cada vez más alejadas de valores democráticos. Estas expresiones no son exclusivas de nuestro país.

En otros países —con escenarios parecidos— ya se habla de que vivimos un autoritarismo posdemocrático, ¿será?...

Investigador del CIESAS. @AzizNassif

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