La tragedia que deja el huracán Otis en Acapulco nos pone frente a una situación que ya no podemos posponer, el futuro ya nos alcanzó, dice el clásico. Vivimos en la sociedad del riesgo (de la que habló hace unos años Ulrich Beck). Hace años que las amenazas y consecuencias del calentamiento global golpean con furia en todo el planeta. Como todo fenómeno complejo se necesitan diversos planos para entender lo que pasó en Acapulco y las consecuencias de una tragedia que poco a poco se ha empezado a desplegar y a conocer.

El Fondo Mundial para la Naturaleza (World Wildlife Fund, WWF), en voz de su especialista en cambio climático, Ninel Escobar, señaló que ya hay una nueva normalidad con el calentamiento que producen los gases de efecto invernadero, y este aumento de temperaturas es absorbido por los océanos; también señaló que los ciclones tropicales como Otis, liberan calor y generan fenómenos más intensos y de más larga duración. Hay un ciclo del aumento de temperatura que incrementa la energía y eleva la categoría de los ciclones (entrevista con Aristegui, 26/10/2023). Con la crisis climática estos fenómenos se incrementarán, habrá más huracanes de categoría 5 (con rachas de vientos de 270 kilómetros y más), como Otis; más sequías e incendios masivos. Desastres construidos por una sociedad que no ha terminado de asimilar que las amenazas del futuro ya están aquí y serán incrementales.

Si estamos en plena sociedad del riesgo, estos desastres serán la nueva normalidad para la que no estamos preparados, como muestra la tragedia de Acapulco. Cuando vemos los daños del huracán Otis nos preguntamos: ¿cómo se enfrenta la tragedia?, ¿dónde están las responsabilidades?, ¿cuáles son los escenarios de la recuperación? y ¿cuáles los efectos sociales, ambientales, económicos de la tragedia? Apenas pasó el huracán y la política polarizada comenzó a producir culpas y responsabilidades. Las fotos de AMLO atascado en el lodo por querer llegar rápido al lugar del desastre abrieron interpretaciones negativas para el presidente. El debate sobre los fondos y recursos para los desastres fue otro episodio, que si ya no hay fondos para desastres porque eran carcomidos por la corrupción (AMLO dixit), pero que sí hay recursos sin límite para enfrentar el desastre.

Otro ángulo fue el debate sobre si fallaron los pronósticos y los avisos de protección frente a un fenómeno que evolucionó de forma veloz y pasó de tormenta tropical a huracán 5 en unas horas. El Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos fue avisando de esta rápida evolución de Otis durante todo el martes 24 y entre las 16 y las 19 horas de la tarde informó que sería un fenómeno catastrófico. Se mira el fracaso de los protocolos de protección y la ineficacia de las autoridades, pero ¿era posible un desalojo masivo en esas pocas horas? Ante la fuerza destructora de este huracán ¿podría haberse dado una mejor preparación? Quizá sí. Ahí quedan imágenes y videos sobre el enorme destrozo. También ha habido jerarquías informativas, se le da mucho mayor protagonismo a la zona turística del puerto, que a las colonias y barrios donde viven la mayoría de los habitantes y donde hubo muchos daños. El desastre y los riesgos siempre serán mayores en las partes más frágiles y debilitadas, las viviendas precarias y los pueblos cercanos a los ríos que se desbordaron.

Las graves consecuencias apenas empiezan. Hay una cifra de fallecimientos y desapariciones que se actualiza a diario. Lo primero será enfrentar el caos y la crisis humanitaria por la falta de agua potable, alimentos, combustible, incomunicación, falta de luz, etc. Ya se trabaja para reestablecer la electricidad y se reparten despensas. Se tendrá que hacer todo lo posible para evitar enfermedades. Aquí entran las ayudas y la solidaridad que empiezan a fluir como remedio inmediato frente a la catástrofe. Lo segundo será hacer un gran programa integral de financiamiento para empleo, vivienda y salud en el corto y mediano plazos. Las consecuencias económicas son todavía incalculables para un estado pobre e inseguro como Guerrero, cuyo motor es Acapulco. El futuro llegó y será un reto para este gobierno, que ya se preparaba para las elecciones, levantar este desastre…

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