DE LA GUERRA

Nina salió de su casa muy temprano. Vio en el cielo esos enormes aviones que infundieron miedo y terror. De repente sintió, más que oír, las detonaciones. Estaba arrojando bombas sobre ella, sobre la ciudad, sobre todos. ¿Por qué?

Sahim detonó las tres primeras bombas. Al principio subió al avión convencido de que era un simulacro. No lo era. Las bombas, vistas desde el cielo, destrozaron edificios que conocía muy bien porque los vio alguna vez yendo por esos entornos de la vieja Jerusalén.

Nina corrió a su casa. Estaba a punto de entrar cuando vio como saltaron puertas y ventanas, paredes. Lo peor fue que vio quemarse los cuerpos de sus padres y de su hermanito pequeño. Volaron frente a sus ojos. Un pensamiento terrible conmocionó su mente. Ya no había donde refugiarse.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu dijo en un primer momento. Esta mañana, en el día de Shabat y un día festivo, Hamás invadió territorio israelí y asesinó a ciudadanos inocentes, entre ellos, niños y ancianos. Hamás ha iniciado una guerra brutal y malvada.

Saldremos airosos de esta guerra a pesar del costo intolerable. Este es un día muy difícil para todos nosotros.

Hamás desea matarnos a todos nosotros. Se trata de un enemigo que asesina niños y madres en sus casas, en sus camas, un enemigo que secuestra a ancianos, niños y mujeres jóvenes, que masacra a nuestros ciudadanos, incluidos niños que simplemente salieron disfrutar del día festivo.

Esta declaración convocó una resma de odios. Por todo el mundo se supo de la maldad de Hamás, esa secta, grupo o algo así, aunque esto no es muy correcto. Hamás declaró una guerra brutal y malvada. Y todo el mundo tomó partido, aun sin saber bien a bien qué sucede en esa región del mundo en la que, igual que León Guanajuato, la vida no vale nada.

Desde tiempos inmemoriales, pensó Nina, aquella guerra tuvo episodios carios. La configuración territorial de la Franja de Gaza no corresponde históricamente a ninguna entidad política, aunque la ciudad de Gaza, probablemente fundada en el año 1500 a.C.,

fue, a lo largo de la antigüedad, un importante lugar estratégico que controlaba la carretera hacia Canaán, y un cruce de caminos comerciales entre el Egipto faraónico y Siria. Aparte de su frontera con Egipto en el sur, heredada del Mandato Británico sobre Palestina establecido en 1922, las fronteras de Gaza son, de hecho, el resultado de las relaciones de poder y de los combates que siguieron a la declaración de independencia del Estado de Israel el 14 de mayo de 1948.

Una guerra interminable, pensó Sahim huyendo del estropicio. Apenas bajó del avión, Sahim corrió, entró en la mezquita más próxima y se puso a orar. Oraba por los que murieron en esa guerra despreciable, por los que aun faltaban por morir y por él, por él porque mató inocentes que no entendieron que el bombardeo no era castigo divino sino de los hombres. Salió de la mezquita Sahim y vio a una niña correr en pos de un refugio. No lo encontró, eso era evidente. Por eso corría entre los escombros gritando oraciones en yiddish. Sahim no lo pensó dos veces. Se acercó a Nina, porque ella era y enarboló su cuchillo rezando por el descanso del alma de Nina. Tres tiros certeros impidieron el sacrificio. Cayó Sahim aferrando el cuchillo con fuerza. Nina gritó porque, en su comprensión había dejado de ser una niña y era una guerrera, una que odiaba a todos los hombres, a todos los de Hamás, a los palestinos y a sus conciudadanos.

Eso es la guerra. Aun el que más quiere ayudar, tiene la mente obnubilada. Fea, discontinua. Así es la guerra.

COSAS PEORES

La guerra en fin no tiene ganadores. Tiene bajas siempre, ya sean soldados o civiles, niños, adultos, hombres, mujeres, ancianos.

En septiembre, hace un año más o menos, el ejército de Azerbaiyán lanzó una ofensiva en Nagorno-Karabaj, derrotando a los combatientes de la etnia armenia en este territorio en disputa, lo que ha sido una continuación de la guerra librada en 2020.

En 2022, cuando el mundo parecía estar comenzando a salir de la pandemia, la escalada de tensiones entre Rusia y Ucrania tuvo el peor desenlace. La invasión rusa y el surgimiento de un conflicto armado convencional y a escala masiva en el corazón de Europa, que continúa pese a los múltiples llamados de todos los organismos

internacionales así como de figuras renombradas, el Papa, los presidentes de todos los países, los líderes pacifistas.

Las imágenes de tanques y vehículos blindados avanzando por Ucrania, Nagorno-Karabaj y ahora también Israel y Gaza, de soldados organizando trincheras defensivas y del bombardeo de ciudades con aviones y misiles, mientras los civiles intentan escapar de la muerte, han dominado las coberturas de todos los noticieros trayendo el recuerdo de las guerras del pasado.

La guerra civil en Siria comenzó en 2011, luego de que el Gobierno del presidente Bashar al Assad (hijo del anterior presidente Hafez al Assad, que gobernó el país 30 años) reprimiera violentamente una serie de manifestaciones en el país, y numerosos grupos opositores tomaron las armas.

La guerra permea el horizonte de este recién iniciado siglo XXI. ¿Qué le espera a la población, al ciudadano inerme, a quien camina por parques, calles, avenidas, acude a los teatros, los cines, los restaurantes? Esa es la gran incógnita.

En la novela Sin novedad en el frente, Paul Bäumer pertenece a un grupo de soldados alemanes en el frente oeste de la Primera Guerra Mundial. Paul y sus compañeros Tjaden, Müller, Albert Kropp, Katczinsky son jóvenes entre 19 y 20 años, todos han salido de la misma clase para ir a la guerra. Todos son voluntarios en esta guerra y han empezado a cuestionar la sabiduría de quienes los animaron a alistarse. Una noche Bäumer mata a un soldado enemigo y la pregunta es todo un sistema filosófico. ¿Por qué te maté, si no te odio? El conflicto guerrero es cosa de los lideres de las potencias. No de quienes luchan en el campo de batalla. El autor de esta novela, Erich María Remarque ofrece un terrible cosmos donde mueren millones de inocentes, todos sin saber bien a bien porqué.

Un último dato, y ya concluyo. Una copla del poeta cubano, Nicolás Guillén.

No sé por qué piensas tú,

soldado, que te odio yo,

si somos la misma cosa

yo,

tú.

Tú eres pobre, lo soy yo;

soy de abajo, lo eres tú;

¿de dónde has sacado tú,

soldado, que te odio yo?

Eso es la guerra.

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