Miro en las pantallas los bombardeos rusos a Járkov, la segunda ciudad más grande de Ucrania, después de Kiev, la capital. Explosiones en barrios residenciales, un proyectil que destruye el ayuntamiento en la plaza central, docenas de muertos y cientos de civiles heridos. Las estaciones y los vagones de tren funcionan como refugio para mujeres, niños, personas mayores. El dolor en las miradas. Es la ciudad natal de Yuri Knórosov.

El científico ucraniano nació en Járkov el 19 de noviembre de 1922. Inolvidables los ojos azul zafiro de este lingüista, historiador, etnólogo, que dio con la clave para el desciframiento de la escritura maya a mediados del siglo XX.

Yuri Valentinovich Knórosov vive su primera infancia en esta ciudad. Desde ahí, su familia sufre un conflicto tras otro: la Revolución de 1917, la guerra civil, la integración a la URSS, la ocupación de los restos de las tropas zaristas, y después las del Ejército Rojo… Años después, en 1941, la invasión nazi. En una casa rodeada de abetos y construida por su propio padre, nace “Yurka” (Yuri), el quinto de los hermanos, en un entorno donde la poesía, la música, la pintura y toda expresión creativa forma parte de la pasión familiar por el conocimiento La imaginación como centro de la vida cotidiana. En esa casa, a los cinco años, Yuri realiza toda una Enciclopedia de animales ilustrada por él mismo. En un país destruido por guerras y revoluciones, el niño carece de papel, pero usa formularios o lo que tenga al alcance para dibujar, escribir y luego coser las hojas y convertirlas en cuadernos. A los seis años inventa e ilustra su cuento La caza de los noganos. Desarrolla un hábito por la sistematización haciendo listas de las manzanas recogidas del jardín o de la cantidad de huevos que pusieron las gallinas. Le fascina jugar con códigos secretos inventados e intercambiar mensajes cifrados con sus hermanos para decodificarlos después. También aquí aprende a tocar el violín y a amar a los gatos. Después inicia sus estudios en la Facultad de Historia de la Universidad de Járkov.

Knórosov tiene 20 años cuando es reclutado por la milicia. A su regreso a Járkov se entera que su novia fue asesinada por los nazis durante la ocupación de la ciudad. Se decía “hijo de los tiempos de Stalin”. Sufre la II Guerra Mundial y las consecuencias de la Guerra Fría. Después vendría la desintegración de la URSS. En ese entorno hace el doctorado y es investigador en la Academia de Ciencias de Rusia en San Petersburgo. Había descubierto, a los 30 años, desde su gabinete, que los glifos mayas no corresponden a un alfabeto maya sino a un silabario, que la forma de la escritura maya tiene una lectura fonética y corresponde a la forma escrita de un lenguaje oral, lo que permitió a la epigrafía leer textos completos de esa civilización.

Su legado es inconmensurable. Y su relación con México, intensa. Aquí se publicó su obra monumental, Compendio Xcaret de la escritura jeroglífica maya descifrada por Yuri V. Knórosov, tres tomos que ya pueden descargarse en línea. Recibió el Águila Azteca en 1994. Tiahoga Ruge realizó un documental sobre su vida. Se fundó un Centro de Estudios Mayas que lleva su nombre, en Mérida, Yucatán. Galina Ershova, su mano derecha, publicó en 2020 su biografía, El último genio del siglo XX.

En un mundo imaginario, 2022 sería destinado a conmemorar el centenario del nacimiento de Knórosov. En el real, su hermosa y florida ciudad natal es bombardeada por Rusia. Y otra vez, la crueldad, el sin sentido y la destrucción de la guerra.

adriana.neneka@gmail.com

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