La quema de sus libros. Esa imagen, de todas, es la que mayor perturbación le causó a Salman Rushdie luego de que el ayatola Jomeini decretara el 14 de febrero de 1989 en Irán una fetwa en su contra por la novela Los versos Satánicos. Un impacto similar a la destrucción de sus libros sufrieron en Austria Stefan Zweig y en Hungría Sándor Marái, según narraron desde el exilio.

En Escribir bajo amenaza de muerte (2018) documental de William Karel, Rushdie cuenta su historia, desde su infancia en Bombay hasta su exilio en Nueva York donde el viernes pasado, luego de 33 años de persecución por fundamentalistas del islam, fue víctima de un ataque feroz a manos de un joven fanático musulmán de New Jersey.

La pieza, accesible en YouTube, nos permite ver y escuchar a Rushdie. Narra una niñez feliz dentro de una familia musulmana liberal en un barrio donde la diversidad cultural era alimento cotidiano y la diferencia religiosa no era tema. El padre, presencia clave en su vida, le contaba cuentos indios antes de dormir y le leía a diario Las mil y una noches. Desde los 9 años él sabía que quería ser escritor “y no tenía plan B”, asegura a cuadro. Su primera historia la escribió luego de ver El mago de Oz en el cine. La tituló Sobre el arcoiris y trataba sobre un niño en Bombay y su encuentro con personajes mágicos.

A los 12 años sus padres le preguntaron si deseaba continuar sus estudios en Inglaterra. Él era feliz en India, pero aceptó por esa sed de aventura que le despertaban los libros ingleses que había leído. En Londres se topó con el racismo y eso resultó un shock. Se graduó en 1968 y aunque quería escribir literatura trabajó de copy publicitario para poder pagar la renta. Su primera novela, Grimus, no tiene suerte y “me di cuenta de que tenía que trabajar mucho más conmigo mismo para comprender quién era y lo que quería escribir” así que decidió volver a su tierra para recorrerla y encontrarse. Publica Hijos de la medianoche (1981), vende millones de copias, se traduce a 50 idiomas y gana el Brooker Prize. Tenía 34 años y podía vivir de la escritura.

Dedica cinco años a Los versos satánicos y lo que sigue se sabe, pero escucharlo de su propia voz resulta muy revelador. Su temple, su sencillez, su pasión por el cine y su sentido del humor (dice que la Torre Trump es “Mordor”, actúa de ginecólogo en una película con Helen Hunt, participa en una comedia musical sobre su caso con Larry David) lo acercan como si uno se estuviera tomando una taza de té con él. Escalofriantes escenas: del fanatismo en su contra, la quema de su imagen y sus libros, los asesinatos de editores, agentes y traductores de su novela, el miedo de los libreros. Los gobiernos que lo apoyaron y los que le dieron la espalda. Jimmy Carter lo critica, Mitterrand nunca lo recibe, la Reina Isabel lo premia. Artistas y escritores como Le Carré, Roal Dahl y Yusuf lo cuestionan con dureza mientras que Stephen King lo apoya activamente.

El documental es la historia de Rushdie, pero también de un tiempo nuestro de fanatismos religiosos en ascenso, del 11/S y del atentado a Charlie Hebdó que él condenó. Es la vida de un hombre amenazado y perseguido que considera la libertad de expresión como base de todas las demás libertades. Y hay que defenderla.

También en Nueva York, un día Sándor Márai celebró el centenario de la Estatua de la Libertad en 1986 y sobre todo tres décadas y media de “poder escribir sin autocensura durante toda una generación”. Y eso es quizá lo que hoy está en juego.

adriana.neneka@gmail.com

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