Cuando un equipo de basquetbol como The Lakers, con su jugador estrella, el enorme y grandioso negro James Lebron, se presenta a un partido de la NBA con un femenino collar de encaje en el pecho. Cuando el bronce Niña sin miedo en Wall Street amanece con el mismo accesorio alrededor de su cuello. Cuando universidades, abogados y feministas, estudiantes de leyes, integrantes de la comunidad gay y defensores de los derechos humanos, así como cantantes de ópera lo mismo que militares, raperos y también incontables jóvenes de todo el mundo se duelen al mismo tiempo por la muerte de una jueza, es que se trata de alguien tan revolucionario como significativo en la vida de cientos de millones de personas.

El viernes 18 de septiembre murió a los 87 años Ruth Bader Ginsburg, conocida como “la notable RGB”, “la gran disidente”, “la conciencia liberal de la Suprema Corte de Estados Unidos”, “la figura jurídica más emblemática de nuestra era”, “ícono de la izquierda dentro del máximo tribunal de justicia”. A lo largo de su larga vida como jurista, paso a paso y con una estrategia muy personal, esta mujer de cuerpo menudo, brillantes ojos azules y suavidad en la voz fue capaz de pararse, como la niña de bronce frente al toro de Wall Street, ante toda una Corte integrada por hombres y convencerlos de invalidar normas discriminatorias por razones de género y de cambiar la Constitución, en 1971, para que hombres y mujeres fueran tratados con igualdad ante la ley.

Defendió derechos de la mujeres como la legalización del aborto, a empleadas a medio embarazo obligadas por sus patrones a elegir entre trabajo y maternidad, a quienes eran vetadas en el deporte o el mercado laboral, a las que exigían igualdad de salario con respecto a sus compañeros y a jovencitas rechazadas de academias militares sólo por ser mujeres; pero también representó a hombres discriminados por la ley, abogó por las minorías, votó contra la pena de muerte y a favor de los derechos de la comunidad LGBTQ+. Como destacó The Economist en un “Obituario”, RGB alzo la voz por la gente común en su día a día. Y por una Constitución que abrazara a los grupos sociales excluidos, mujeres, gente de color, inmigrantes… “no a regañadientes sino con los brazos abiertos”, según escribió Jeffrey Rosen en The Atlantic.

El documental RBG (La jueza en español, 2018) es un gran testimonio cinematográfico de su vida y su legado como feminista y ministra de la Corte durante 27 años. Recoge su voz, sus ideas, sus casos principales, testimonios familiares, de colegas y biógrafos, fragmentos de sus discursos y entrevistas. La vemos haciendo pesas a sus 85 años, actuando en una obra de teatro, conmovida en la Ópera —su otra pasión— y constatamos el papel definitivo de su querido esposo, Martin Ginsburg, colega de profesión y compañero del trabajo doméstico. Están las razones por las que una jueza se convierte en ícono cultural del feminismo estadounidense y en inspiración para millones de jóvenes. Otra cinta: On the basis of sex (La voz de la igualdad), protagonizada por Felicity Jones, cuenta un caso emblemático de RBG, cuando defiende a un hombre víctima de discriminación de género en la ley, para demostrar que la desigualdad daña a toda la sociedad.

Entre los libros sobre su vida y legado destacan Ruth Bader Ginsburg, my own words y el más reciente: Conversations With RBG, de Jeffrey Rosen.

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