Con un libro de 900 páginas en mano me adentro en la historia de Rusia y vuelvo con la memoria a la habitación 407 del hotel María Cristina en la Ciudad de México. Yuri Knórosov me ordena sentarme en la esquina de una de las dos camas y él se instala en la otra frente a mí con sus aterradores ojos azul zafiro. Luego de una hora, ninguna pregunta le interesa, más bien le molestan. Pedro Valtierra toma fotos y me mira preocupado. Lanzo mi última carta con la Reina Roja de Palenque. Y entonces todo cambia, el lingüista que dio con la clave para el desciframiento de la escritura maya se entusiasma. Galina Ershova, su mano derecha y traductora, me indica que el tiempo ha terminado, pero que vuelva al día siguiente para la entrevista.

De reciente aparición en español El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov: el destino de un científico (Ediciones Akal) es la biografía del genio ucraniano (1922-1999) escrita por Galina Ershova. La doctora en Historia, especialista en antiguas culturas y lenguas de América, miembro del Consejo del presidente de Rusia para la Ciencia y la Educación y directora del Centro de Estudios Mesoamericanos que lleva el nombre del reconocido científico, tardó 20 años en la escritura de este libro. A lo largo de 18 capítulos narra la vida personal y académica del hombre que hizo posible la lectura de códices y monumentos donde los mayas dejaron inscrita su cosmovisión, su historia y su pensamiento.

“No hay escrituras indescifrables, cualquier sistema de escritura producida por el hombre puede ser leído por el hombre”, le dice un día el joven estudiante a su maestro en la Universidad Estatal de Moscú donde se recibirá como etnólogo. Y es en 1952, a sus 30 años, cuando da con la clave para el desciframiento de la escritura maya. Ershova narra con detalle la ruta que recorrió Knórosov para descubrir el método hacia una lectura exacta de las inscripciones y llegar a la conclusión: “El alfabeto maya es mixto, morfémico-silábico, es decir, cada signo se lee como una sílaba y cada sílaba puede funcionar como un morfema radical”. Lo que siguió: la traducción completa de los textos mayas.

Cuenta Galina (1955) que empezó a escribir el libro a partir de las páginas que le dictó el propio Knórosov en 1997. Pero es el trato con él, como su más estrecha colaboradora desde que ella tenía 23 años hasta la muerte de su maestro, lo que le permite narrar mucho más en su exhaustiva biografía, junto con documentos, cartas y fotografías inéditas. Desde la revelación de los libros y autores predilectos de Yuri: El buen soldado Schweik, de Jaroslav Hasek; Nuestro hombre en la Habana, de Graham Greene; La cuarta vértebra, de Mari Larni; las novelas de Arthur Conan Doyle y las de Agatha Christie hasta la adoración a su hija, su nieta y los gatos y su dramática muerte en San Petersburgo. Profundo conocedor de literatura, el ruso amaba a Pushkin y atesoraba una vieja edición del Conde Drácula que en la URSS no circulaba.

El genio se definía a sí mismo: “Hijo de los tiempos de Stalin”. Le tenía miedo a las represiones policiacas “pero estaba dispuesto a arriesgar todo por la verdad científica”. Decía que lo que siempre lo había salvado era su sentido del humor.

Un gran capítulo del libro es sobre México y merece un texto aparte. Escribió Knórosov en un poema: “(…) Existe alguien que me recuerda/ Existe en el Universo un corazón/ Donde todavía vivo”.

adriana.neneka@gmail.com

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