Olga Tokarczuc visualiza la ansiedad: “Todos nosotros trabajando frente a la computadora. En la pantalla tenemos abiertas muchas ventanas. Esa es una buena imagen para describir el ahora de nuestro mundo fragmentado, con una necesidad desesperada de integrarse”. Es una tarea para el arte, la ciencia y los pensadores, dice. Y advierte en el contexto de la pandemia: “Nunca como ahora la humanidad ha vivido un momento más aleccionador”.

La escritora polaca, premio Nobel de Literatura 2018, abre con esa imagen la segunda mesa redonda acerca de La nueva era de la ansiedad en el Instituto Nexus de Holanda. Si en la primera sesión se analizaron las causas, ésta explora cómo terminar con ella. La acompañan el filósofo y anfitrión Rob Riemen, Dita Kraus (Praga, 1929), sobreviviente del holocausto cuya vida inspiró el libro La bibliotecaria de Auschwitz; el director de teatro y ópera belga Ivo van Hove; el neurocientífico inglés Richard Frackowiak; el sacerdote benedictino, teólogo, músico y escritor estadounidense Gregory J. Polan y el reconocido tenor británico Ian Bostridge.

La ansiedad como miedo a la nada, como idea de que el mundo amenazante no tiene mayor cosa que ofrecerte, es tan real como el interés —desde los poderes— en la preservación de una sociedad no pensante. Lo importante es cómo lidiar con todo eso. El planteamiento de Riemen da pie a una reflexión colectiva donde nadie impone recetas, pero sí algunas ideas para iluminar el horizonte social, político, ambiental, religioso, educativo y científico.

Me detengo en el arte. Por el papel que juega en un mundo rodeado de muros, visibles e invisibles, al que le urgen nuevas formas de cohesión social, de reconexión con los otros, con los seres vivos y la naturaleza, con el cosmos, con la conciencia de la muerte como parte de la vida y con una noción de trascendencia.

Olga, que también es sicóloga, habla del “reino de la imaginación” en el que, asegura, “vivimos el 70% del tiempo, mientras soñamos despiertos y dormidos, produciendo sin parar historias e imágenes, donde podemos ser alguien más, viajar, pensar…”, y ese enorme reino necesita más atención, advierte. Los participantes abordan el misterio de la vida y de la muerte, las mil maneras de contar historias, desde la oralidad hasta el videojuego. Salud y cultura de la mano en importancia, sugiere Ian. ¿Tiene el arte poder de transformación? Nadie podría asegurarlo, coinciden, pero es parte de la existencia humana; puede sacarnos del ensimismamiento y generar, como la música, una potente energía liberadora que expresa lo que no tiene palabras. Hay una fuerza vital dentro de la sociedad donde el arte tiene su lugar, agrega Ivo. Vivimos un ritual tras otro —nacimientos, bodas, funerales— con una estructura dirigida que lleva a la catarsis. Así es el arte. La ausencia de funerales por la pandemia ha sido muy dolorosa porque nos impide liberar esa energía, ese proceso del duelo tan necesario. Y es que, como el teatro o la novela, el ritual pone el escenario para que podamos conmovernos. Y sentir que mientras haya algo que sea significativo en la vida, hay razones para vivirla.

Para Riemen, la era de la ansiedad sólo terminará cuando volvamos a amar al mundo. Y ahí, el arte tiene tarea.

Las mesas pueden verse en el enlace: https://specials.nexus-instituut.nl/event/conference-2020/

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