Después de los tantos problemas económicos, de salud pública, de seguridad a los que nos ha llevado el huésped de Palacio Nacional, vale la pena recordar las palabras que pronunció en octubre del año pasado y que retratan con precisión su triste, deplorable y deshonrosa actuación, la de su gobierno y la de la clase política que representa: "hay mucho pueblo para tan poco dirigente".

Desde diciembre de 2018, decidió colgar la investidura presidencial y ser el mejor coordinador de su movimiento de regeneración personal, para atender los conflictos internos de su grupo político (militantes, conversos transformados y traidores purificados) y fortalecer su estructura electoral (con los "Siervos de la Nación") de cara a las elecciones del próximo 6 de junio, con una consigna muy clara: mantener, a cualquier costo, la división nacional entre quienes están con lo que dice representar y los que no estamos de acuerdo con su visión de gobierno.

En la lógica de encontrar respuestas y acciones de atención eficaz a añejas demandas, fue sencillo sembrar odio entre iguales, repartir esperanza de atender primero a los pobres y prometer el cambio verdadero, aunque lo único real es que tenemos a un hombre que acusa sin pruebas, que ha perdido la dimensión de lo que significa la responsabilidad ética y la integridad del gobernante y que solo reparte dinero público y culpas al pasado ante la nulidad de resultados.

Por desgracia, nunca se entendió en esta administración, el sentido de la alta responsabilidad que implica el servicio público en todos los niveles; se confundieron sus obligaciones y facultades con la sumisión a las órdenes de un solo hombre, y se dejaron de lado las acciones requeridas para garantizar el bien común ante las apremiantes demandas y necesidades sociales, solo por mantener una obsesiva necedad de "meter las manos" en los procesos electorales.

El presidente se ha autonombrado "guardián de las elecciones" en lugar de dejar que las instituciones creadas para ese fin -federal y locales- cumplan con lo que establece la ley. Desde hace meses lo vemos con funciones de vocero, que alardea de su injerencia para "defender" complicidades políticas, errores, omisiones y negligencias en detrimento de sectores vulnerables.

Poco o nada ha interesado dejar sin atención médica a miles de personas por la desaparición del Seguro Popular; el desabasto de medicamentos, en particular para las niñas, niños y mujeres con cáncer; el daño irreparable por el mal manejo de la pandemia y el maltrato a médicos y enfermeras; el incremento del desempleo y de habitantes en situación de pobreza; el haber quitado a las mujeres las estancias infantiles y los refugios para que las atendieran a ellas y a sus hijas e hijos en caso de violencia física en su contra.

Es lamentable la falta de atención al incontrolable problema de inseguridad pública, que hasta el momento ha dejado más de 82 mil personas asesinadas, entre las que se encuentran 83 muertes violentas de candidatas y candidatos en lo que va de este período electoral, a lo que se suma un fatídico promedio de 11 feminicidios por día. Nuestro país se ha convertido en un campo de dolor, indignación y duelo colectivo.

El colmo ha sido su desempeño como defensor de oficio de presuntos delincuentes o responsables de ilícitos de su grupo político. No importa si hay denuncias de corrupción, tráfico de influencias, abuso sexual (a mujeres y menores de edad), trampas electorales o tragedias, como los de la explosión de Tlahuelilpan, Hidalgo, o del suministro de medicamento contaminado en el Hospital Regional de Tabasco, o del reciente colapso de la línea 12 del Sistema de Transporte Colectivo Metro.

Es desolador comprobar la pequeñez de quien voluntariamente ha renunciado a sus responsabilidades como Jefe de Estado, ha arrojado la investidura presidencial a un perchero y se puso el disfraz de jefe de campaña morenista, que lucra con las necesidades para obtener votos -lo que se traduce en puestos y presupuestos al servicio de su proyecto político- en los momentos en que se clama justicia, igualdad y libertad.

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