Fue un acierto que el gobierno de México haya presentado metas más ambiciosas de reducción de emisiones ante el Acuerdo de París en la última Conferencia Climática de la ONU (la COP27 celebrada en Egipto en noviembre del año pasado). Era lo correcto ante la emergencia climática que se vive en el mundo y ante el rezago de dos años que arrastrábamos en esta tarea. El compromiso que tenemos ahora es reducir 35% nuestras emisiones en lo que queda de esta década, en comparación con el nivel de emisiones que alcanzaríamos en el escenario de “no hacer ningún esfuerzo” o “hacer lo de siempre” (conocido como “business as usual” en la jerga climática internacional).

El problema que enfrentamos ahora es empezar sin mayor demora la implementación de medidas concretas que reduzcan nuestras emisiones de gases de efecto invernadero.  Esto requiere de cambios en las políticas públicas. Requiere de hacer cosas nuevas, cosas que no estábamos haciendo. Y requiere ir en contra de intereses económicos e ignorancias agudas por parte de actores dentro y fuera del gobierno. Afortunadamente, existen ya una serie de mecanismos y plataformas internacionales de transparencia climática, que permiten dar un seguimiento puntual de las políticas y esfuerzos que realizan los principales países del mundo, y en especial de países como México que integran el G20.

Es por estos mecanismos rigurosos de transparencia, que el mundo sabía que: nuestro país estaba en falta con relación a nuestras metas climáticas y que las políticas energéticas que impulsaban la SENER y la CFE querían darle prioridad a la generación de electricidad con combustibles contaminantes y caros como el carbón, combustóleo y gas, por encima de energías renovables limpias y más baratas como la solar y la eólica. Por esas políticas energéticas erróneas, México recibió por primera vez en su historia, durante la COP26 en Glasgow (noviembre de 2021) el reconocimiento negativo del “fósil del día”, por parte de la Red de Acción Climática, donde se agrupan docenas de los principales grupos de la sociedad civil que luchan por combatir el cambio climático y que los jóvenes de hoy y las generaciones por venir tengan un futuro más promisorio.

Una buena: combate a la deforestación en la zona centro del país

Para reducir nuestras emisiones hay un grupo pequeño de grandes acciones que debemos emprender. Una de ellas es detener la deforestación. De hecho, México está comprometido a llegar a una tasa de deforestación cero para el año 2030 (tanto la anterior administración como la actual lo han suscrito). Para avanzar hacia esta meta, la medida más efectiva es el cumplimiento estricto de la ley. Combatir por todos los medios posibles la tala ilegal y por supuesto ya no promover desde el gobierno megaproyectos que conlleven deforestación (por ejemplo, el tren Maya), ni permitir el cambio de suelo ilegal por parte de desarrolladores de fraccionamientos, ni la expansión de actividades de sectores que históricamente han causado muy graves daños a los ecosistemas como es el caso de muchas actividades mineras.

Pero algunas cosas se están haciendo bien en la actual administración. Por ejemplo, se deben reconocer los esfuerzos sostenidos de instituciones como la PROFEPA, el Ejercito y las autoridades ambientales de la Ciudad de México, Morelos y Tlaxcala entre otros, que han establecido una lucha valiente y decidida por perseguir a tala-montes, cerrar aserraderos ilegales y proteger las zonas boscosas por ejemplo en las zonas de Huitzilac en Morelos, la Malinche en Tlaxcala y el municipio de Tlalpan en la Ciudad de México, entre otros. Lo anterior, a pesar de las amenazas y violencia ejercida por grupos criminales muy peligrosos que se dedican a estas actividades. Conservar y manejar sustentablemente  los bosques y selvas, además de evitar emisiones por la tala y la quema de árboles, constituye una de las mejores medidas para conservar la biodiversidad y preservar los muchos servicios que los ecosistemas naturales nos proporcionan. Falta mucho por hacer, pero esfuerzos como los arriba descritos deben reconocerse sin regateos, hacerse del conocimiento público en México y compartirse con el resto del mundo.

Una mala: la Secretaría de Economía y Semarnat “capturados” por la industria automotriz

De acuerdo con documentos oficiales del Instituto de Ecología y Cambio Climático de la Semarnat y con estimaciones independientes de la Iniciativa Climática de México, una de las medidas más costo-efectivas para reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero es la adopción de una buena norma de eficiencia vehicular (NOM163), la norma que obliga a seguir mejorando el promedio del rendimiento de combustible de los vehículos nuevos que se venden en México. Una buena norma ayudaría de forma importante a avanzar en el cumplimiento de las metas que hemos comprometido ante el Acuerdo de Paris, y ayudaría a reducir el consumo de gasolinas y por tanto a reducir los grandes volúmenes que importamos de este combustible año con año.

Sin embargo, durante la anterior administración del Presidente Peña Nieto y también durante la actual del Presidente López Obrador, la industria automotriz ha sido exitosa impidiendo que México avance en la adopción de una norma de eficiencia vehicular que permita acelerar una mayor eficiencia promedio del conjunto de modelos que se venden año con año en nuestro país.  Una vez más, está por publicarse una versión de NOM163 que, en la práctica, fue básicamente dictada por la industria automotriz a la Secretaría de Economía y a la SEMARNAT. Estas autoridades, han ignorado la mayoría de las sugerencias y propuestas hechas por los grupos de la sociedad civil incluyendo algunas organizaciones como el Consejo Internacional de Transporte Limpio (ICCT por sus siglas en inglés), que están entre los expertos más reconocidos a nivel mundial.

Sr Presidente: si su gobierno publica la norma que quiere imponer la industria automotriz, el instrumento no servirá de nada y una vez más el mundo verá que México no toma las medidas y políticas correctas que más le convienen a los mexicanos y que además ayudan a combatir el cambio climático. No se trata de adoptar normas demasiado estrictas como las que hoy tienen Estados Unidos, Europa o incluso China. Simplemente se trata de que los vehículos que se vendan en los siguientes años en México sean, en promedio, cada vez más eficientes. No se deje engañar. Nadie está sugiriendo que los mexicanos compren sólo autos eléctricos. Lo que se requiere es muy sencillo, las compañías automotrices tienen que reducir las ventas de sus enormes camionetas de 6 y 8 cilindros y acelerar su substitución por unidades más eficientes. Si bien esta tendencia ya va en camino, por falta de una normatividad adecuada en México vamos muy lento. La industria debe traer a México más modalidades de vehículos híbridos, como las que abundan en los Estados Unidos ofertadas por las mismas marcas que trabajan aquí. Muchos de los vehículos híbridos disponibles, son incluso más baratos que las grandes camionetas arriba mencionadas.

Presidente López Obrador, al igual que cuando usted instruyó que se entregaran metas más ambiciosas de reducción de emisiones en la COP27 (a pesar de la oposición del bloque “pro-fosil” de instituciones del sector energía: SENER, CFE, CRE), es necesario que usted instruya ahora a la Secretaría de Economía y a la Semarnat a que publiquen una buena norma de eficiencia vehicular. Una que de verdad avance nuestros esfuerzos y no una que sea tan retrógrada en sus planteamientos que probablemente sería rebasada por la realidad de los avances tecnológicos de los próximos años (llegada inevitable de más híbridos y de eléctricos). La NOM propuesta por la industria es peor que “business as usual”. Una buena norma para beneficio de los Mexicanos NO afectará negativamente a la Industria, simplemente los obligará a planificar diferente.

Presidente López Obrador, evitemos que a México le den otro fósil del día en la próxima COP28 en diciembre en Dubai, por mostrar que nuestras acciones domésticas no son congruentes con las promesas ante el mundo. Para los temas descritos en esta nota hagamos que sean “dos buenas”.

Doctor en Ciencias Ambientales por el Colegio Imperial de Ciencia, Tecnología y Medicina de Londres y Director Ejecutivo de la Iniciativa Climática de México.

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