En 2017, Marie Louise Bemelmans Videc, Ray C. Rist y Evert Vedung publicaron el libro: Zanahorias, garrotes y sermones: Instrumentos de política y su evaluación. En este texto, los autores explican la importancia de los incentivos (las zanahorias), las penalizaciones (los garrotes) y el discurso o la información (los sermones) como instrumentos de las políticas públicas.

En el tema es más conocido el “ciclo de las políticas públicas” que incluye el diagnóstico, la implementación y la evaluación, de hecho, existen múltiples estudios y propuestas metodológicas para abordar cada una de esas fases; no obstante, hay menos conocimiento sobre los mecanismos concretos para atender un problema o una necesidad social; asimismo, hay variedad de opiniones respecto a qué nos referimos cuando hablamos del imperativo de construir “políticas integrales” o de lo que debería resaltarse para alcanzar este objetivo. Precisamente deseamos subrayar aquí la importancia de reflexionar y elegir los instrumentos apropiados.

Las políticas públicas integrales permiten atender un problema o una necesidad social siguiendo un conjunto de estrategias y acciones de forma coordinada entre diferentes instituciones y niveles de gobierno, contando con la participación ciudadana y los sectores interesados; pero además, se realiza buscando que las estrategias a seguir se encuentren vinculadas con los objetivos de planeación del desarrollo del país. Esta forma de gestión gubernamental es idónea porque así es posible acercarnos más efectivamente a la solución de las demandas sociales, a la vez que se evitan los problemas tradicionales que ocurren cuando las acciones son discrecionales, aisladas y repentinas como son: la dispersión de esfuerzos en objetivos de corto plazo; la erogación o el dispendio de recursos económicos en fines no previstos; la interrupción de programas que sí han dado resultados positivos, pero que no son compatibles con los objetivos o la visión del nuevo gobierno; y la contradicción de decisiones entre distintas instituciones del mismo nivel gobierno o entre instituciones federales y locales.

Si observamos en todas sus dimensiones los problemas que nos aquejan día con día: violencia, delincuencia, corrupción, impunidad, ejercicio limitado de derechos, o carencia al acceso a servicios y bienes públicos, es posible apreciar en todos ellos algunos vacíos que nos alejan de las políticas públicas integrales. Los instrumentos son un conjunto de medios que ayudan a transitar hacia las condiciones deseadas de bienestar y ejercicio de derechos. Estos instrumentos propician la “integralidad” de las políticas, cuando se utilizan en conjunto, no pueden considerarse excluyentes, sino que más bien son complementarios. Así, por ejemplo, enfrentar un problema como el de la violencia no sólo debe reducirse a la creación de programas sociales para mejorar el ingreso familiar u las oportunidades de progreso en toda la población; tampoco es superable con la sola imposición de mayores penalizaciones o logrando un sistema penal acusatorio más propicio; ni sería tampoco lo más eficaz centrarnos sólo en el discurso, la persuasión o en el “convencimiento” social de las conductas que son o no éticas. Así entonces, también se avanza en la integralidad cuando se emplean todos los instrumentos de forma coordinada y conjunta.

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