La creación de la Guardia Nacional está en marcha. Si se cumplen los plazos marcados en el calendario presentado por el Gobierno Federal, este verano se darán a conocer los primeros resultados del proceso de reclutamiento. La convocatoria fue abierta en enero a mujeres y hombres. Sin embargo, aún hay muchas interrogantes acerca de la estructura y el funcionamiento de este nuevo cuerpo de seguridad. Entre ellas, poco o nada se ha discutido acerca del papel que tendrán las mujeres dentro de la Guardia Nacional.

La cuestión no es menor. El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador se presentó con el primer gabinete paritario en la historia del país y con el compromiso de dar mayor voz a las mujeres en la toma de decisiones. En este sentido, destacó el nombramiento de la primera mujer al frente de la Secretaría de Gobernación, la ex ministra Olga Sánchez Cordero. Pero tras la decisión del presidente de separar la política de seguridad ciudadana de esta dependencia, para que dejara de ser la “súper secretaría” que operó en el sexenio anterior, los cargos del gabinete relacionados directamente con seguridad ciudadana y nacional quedaron exclusivamente en manos de hombres.

En el Plan Nacional de Paz y Seguridad (PNPS), presentado en noviembre por el actual Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo Montaño, hay únicamente dos menciones al tema de género. La primera aparece en el listado de características que tendrá la formación de la Guardia Nacional en la que especifica que recibirán entrenamiento en perspectiva de género. La segunda identifica los feminicidios y la violencia de género como parte de los delitos que más afectan a la sociedad.

Al cierre de la presentación del plan, el secretario Durazo señaló: “Las mujeres podrán vivir sin ser molestadas y los hombres podrán trabajar en paz y honradamente.” Una declaración que, aunque bien intencionada, perpetúa los estereotipos de género resulta contradictoria con el objetivo de la política que se plantea. De acuerdo con la experiencia internacional, una política que tiene por objetivo pacificar un país, pero que no toma en cuenta la participación de las mujeres en su diseño e implementación, reduce sus posibilidades de éxito.

La perspectiva de género en las fuerzas armadas o cuerpos de carácter militar con deberes policiales, como será el caso de la Guardia Nacional, parte del reconocimiento de que para construir relaciones efectivas con las comunidades locales en las zonas en las que operan, es necesario entender los diferentes roles y necesidades de las mujeres y los hombres en esas comunidades. Para ello, es imperativo construir sus propias capacidades de género.

Esto se traduce en el abordaje de las cuestiones de género en la capacitación, la planificación y la ejecución de las operaciones, así como en la comprensión de las diferentes experiencias de mujeres y hombres como personal de servicio. Para esto, no basta con impartir unas cuantas horas sobre perspectiva de género en un aula para que ésta se internalice en el ADN de la institución. Entre otras medidas, se espera que realicen un esfuerzo importante por reclutar, retener y promover a más mujeres en posiciones de liderazgo.

Otro aspecto relevante es el manejo de quejas de acoso y discriminación por motivos de género. Esto no solamente se refiere a la proteción del personal dentro de la estructura sino a la de los civiles que encontrará en el ejercicio de sus funciones. Cabe recordar las numerosas recomendaciones que ha hecho la Corte Interamericana de Derechos Humanos a las fuerzas armadas por detenciones arbitrarias, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas y tortura, includía la tortura sexual contra mujeres.

Sin embargo, la perspectiva de género no es únicamente un tema "de mujeres". Se trata de mujeres y hombres. Dentro de las fuerzas armadas, los supuestos sobre lo que significa ser un hombre o una mujer, es decir, los roles de género, tienen un impacto sobre cómo se trata al personal femenino y masculino, y cómo ese personal interactúa con la población en sus acciones. Es una cuestión de efectividad, disciplina y rendición de cuentas.

Este último punto será clave en el actuar de la naciente Guardia Nacional. No solamente porque toda democracia requiere que sus fuerzas de seguridad sean transparentes y objeto de escrutinio, sino por la particular controversia que rodeó a la Guardia Nacional desde que fue propuesta en el PNPS y por los señalamientos que se han hecho en los últimos años a la falta de rendición de cuentas de las fuerzas armadas. Ante su inminente creación, las fuertes críticas y llamados de atención que realizaron la sociedad civil y numerosos expertos, deberán traducirse en una vigilancia incisiva y perenne.

Fue notorio que durante las audiencias realizadas la semana pasada en la Cámara de Diputados para evaluar el dictamen de reformas constitucionales que crearían la Guardia Nacional, no hubo una sola dedicada en exclusiva a analizarla desde la perspectiva de género. Activistas y académicas participantes en las audiencias advirtieron que se trataba de una estrategia que pondría en riesgo inminente a las mujeres. También se señaló que se ignoraba la evidencia empírica de la relación entre militarización y violaciones a derechos humanos, así como las recomendaciones de organizaciones internacionales sobre la inclusión de la perspectiva de género en las políticas de seguridad.

A la luz de la votación del miércoles, los señalamientos fueron futiles y la información que se tiene sobre la participación de las mujeres y la perspectiva de género en la Guardia Nacional continúa siendo sumamente escasa. Considerando la mención que se hace en el PNPS acerca de la capacitación que recibirán los integrantes de la Guardia Nacional, cabe preguntarse en qué consistirá este entrenamiento y en qué es diferente a la formación en materia de género que ya reciben la Policía Federal, la Marina y el Ejército. Es decir, no se trata de una novedad. Lo que sí sería una novedad es un mecanismo que permita observar y evaluar su efectividad. De hecho, la estrategia de seguridad del gobierno anterior incluía la perspectiva de género como uno de sus ejes, pero tampoco se presentaron parámetros de evaluación. Sin ellos, se repite un patrón en el que el término “perspectiva de género” es simplemente un recurso retórico.

La implementación de una perspectiva de género no solo debe medirse hacia afuera de la Guardia Nacional. También se requiere transparentar los mecanismos para la protección contra abusos sexuales dentro de la estructura. Por ejemplo, para conocer el número de denuncias y el seguimiento que se le dio. De igual forma es indispensable visibilizar y abordar el acoso de personal LGBT que pudiera ocurrir.

Otro aspecto que deberá ser vigilado es el efecto de la convocatoria sobre las mujeres. No sabemos si existe una cifra esperada o mínima de reclutas de cada sexo, y tampoco se especifica qué puestos estarán abiertos para ellas. El Observatorio Nacional Ciudadano ha señalado que no es claro si el perfil de la Guardia Nacional se asemenejará más al de la Policía Federal o a las Fuerzas Armadas. Esto es relevante porque la presencia de mujeres en puestos de combate y directivos es distinta en estas instituciones.

El desafío para la actual admnistración será traducir los compromisos de igualdad de género en realidad mediante el establecimiento de objetivos medibles y acciones para integrar una perspectiva de género en la Guardia Nacional, y responsabilizar a los mandos, civiles y militares, por el logro de estos objetivos. En particular, el comportamiento de los comandantes tiene un fuerte impacto en la cultura institucional dentro de unidades con disciplina castrense. Se necesita un liderazgo sólido para reforzar y demostrar constantemente que la integración de una perspectiva de género beneficia tanto al personal de servicio femenino como al masculino, e incide en el cumplimiento de su misión. Sería lamentable que un gobierno que presume la paridad como uno de sus elementos distintivos, falle en incorporar la perspectiva de género en la institución que se convertirá en su legado más importante en materia de seguridad.

Ana Laura Velasco

Investigadora

Observatorio Nacional Ciudadano

@ObsNalCiuadano

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