justiciaysociedad@eluniversal.com.mx

Sentir fatiga, tristeza por la sola idea de ir al trabajo, presentar temblor en uno o ambos ojos, necesidad de fumar o consumir bebidas alcohólicas para sentirse relajado, así como pérdida de sueño por las noches son algunos de los síntomas que tienen las personas que viven con estrés laboral.

Guadalupe Valadez no ha cumplido 40 años todavía y dice que se siente como de 80, trabaja en una institución bancaria en el centro de la Ciudad de México desde hace 11 años.

“El estrés va en aumento, primero tienes miedo de que los cortes de caja tengan irregularidades; después, de que alguien vaya a lavar dinero y no te des cuenta. Se vive con el miedo de que alguien entre a robar”, dijo.

Aunque la mujer, uniformada en tono azul marino, celebra que el banco en el que labora ha mejorado en cuanto a prestaciones y bonos, considera que las metas y objetivos de la empresa provocan tensión.

“Cada mes tenemos que cumplir con cifras, sea de prestamos, seguros de vida, créditos de nómina e hipotecarios. Si no llegamos a la cuota, pues adiós a las bonificaciones, que son nuestro mayor atractivo”, explica.

En 11 años ha aprendido trucos que facilitan salir a tiempo de la oficina. “Es horrible tener el reloj encima, ver que tu hora de salida se acerca, pero tienes en el escritorio montañas de papeles por revisar”.

La prioridad más grande de Guadalupe son sus hijos, pagarles una escuela privada, prepararles desayuno, comida y cena, además de procurar pasar tiempo con ellos.

“Te das cuenta que no importa cuánto te tiemble un ojo o cuántas veces tienes que ir a consulta porque se te inflamó el estómago sin razón aparente, hay que trabajar para que los hijos no sufran lo que uno”, dice.

Entre las enfermedades que ha desarrollado Lupe están presentes cuadros de gastritis, colitis nerviosa, reflujo y tics en el ojo derecho que han terminado en desprendimiento de retina.

Ella no ha tenido suerte con sus jefes cuando les dice que una persona puede enfermar por trabajo: “Me han de tirar de a loquita, pero justo eso es lo que quiero que sepan, que alguien se puede enfermar si trabaja en exceso”.

Hay compañeros de Guadalupe que no cumplen con los objetivos mensuales y otros más que hablan para reportarse enfermos, aunque no lo estén. Esto se traduce en presentismo, que es cuando alguien va a trabajar, pero no produce, y ausentismo, cuando alguien empieza a faltar de manera prolongada y recurrente al empleo.

Vencer un trastorno mental no es cuestión de voluntad, se tiene que ir con un especialista para saber qué es lo que se tiene.

Otro problema en el país tiene que ver con lo complicado que es establecer la relación entre un trastorno mental y las condiciones de trabajo, puesto que cuando los pacientes acuden a los servicios médicos se les atiende de manera muy general, dado que su condición puede ser generada por cuestiones familiares o de pareja, explicó Eduardo Robles Pérez, jefe de la División de Riesgos de Trabajo de la Coordinación de Salud en el Trabajo del IMSS.

Google News

Noticias según tus intereses