Al inicio de la 65 Legislatura, la Cámara de Diputados tiene un registro de 417 cabilderos quienes —en medio de señalamientos de corrupción — han sido puente de negociación entre el sector privado y la sociedad civil con los legisladores, a fin de gestionar recursos, impulsar leyes o detenerlas en favor de sus intereses.

La exdiputada federal Carmen Medel (Morena), quien fue presidenta de la Comisión de Salud, reconoció que la compra de voluntades a través del cabildeo persiste en San Lázaro y denunció que la quisieron sobornar.

“Lo que hacemos los cabilderos es recopilar, analizar y clasificar la información legislativa para alertar a las empresas o inversionistas que nos contratan sobre leyes que pueden beneficiarlos o afectarlos, para que puedan tomar decisiones oportunas y acertadas.

“A partir de esos datos también diseñamos estrategias de cabildeo y hacemos las gestiones necesarias con los diputados para que las leyes salgan lo más convenientes posibles para nuestros jefes”, explicó a este diario Adrián Hernández, cabildero independiente registrado en el padrón.

Desde 2013, luego de diversos escándalos en los que se documentó que empresas tabacaleras buscaron sobornar a legisladores para frenar un incremento de 20% al precio de la cajetilla de cigarros, invitándolos a viajes por Europa (2005), y que empresas privadas ofrecían un millón de dólares a cada legislador que lograra “tirar” o “modificar” artículos de una reforma fiscal del presidente Enrique Peña Nieto (2013), se cambió el reglamento interno de San Lázaro para restringir la labor de los cabilderos y prohibir que los legisladores reciban dádivas —en especie o efectivo— por parte de los negociadores para influir en las decisiones legislativas.

Presiones en Cámara Baja

Durante el debate de la reforma aprobada el 10 de mayo de 2021, en la que se definió a los lugares públicos como espacios 100% libres de humo de tabaco y se prohibió cualquier tipo de publicidad y promoción de productos elaborados con tabaco, se sintió el trabajo de los cabilderos en San Lázaro.

“La iniciativa contemplaba cuatro puntos: eliminación total de la publicidad, espacio 100% libre de humo, la prohibición de saborizantes y aditivos, y el empaquetado neutro, pero en estos dos últimos hubo resistencia de algunos diputados, principalmente de la Comisión de Economía, porque era un tema de Comisiones Unidas, y ellos lo obstaculizaron”, declaró.

Reveló que si bien durante el debate de la mencionada reforma no le ofrecieron “el maletín lleno de billetes”, sí hubo intentos de soborno.

“Estuvo fuerte, los cabilderos de la industria del tabaco anduvieron incluso con un diputado de Morena, que no diré su nombre. Lo andaban financiando para que nos convenciera de no aprobar la reforma.

Impuestos a refrescos

El 22 de noviembre de 2019, el pleno de la Cámara Baja rechazó el incremento del IEPS a los refrescos, las bebidas alcohólicas, las cervezas, cigarros y la comida chatarra, con lo que se hubiera logrado una recaudación extra de 30 mil millones de pesos.

Entonces, EL UNIVERSAL mostró un video en el que se veía a algunos cabilderos en el interior de un restaurante de San Lázaro, donde festejaron y gritaron: “¡A huevo!” cuando se decretó que no habría nuevos gravámenes para esos productos.

En tanto, el 21 marzo de 2021, en el marco del debate de una reforma para el control del tabaco, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, se reunió con los integrantes de Morena de la Comisión de Salud para pedirles que restringieran completamente la importación de cigarrillos electrónicos o vapeadores a nuestro país. Advirtió que recibirían presiones por parte de distintos grupos “para posponer o desvirtuar la propuesta”.

Adriana “N”, quien pidió el anonimato, fue una de las cabilderas durante la discusión de las reformas para el control del tabaco. Aseguró que —conforme a la ley— nunca hubo compra de voluntades.

“Lo que hicimos fue convencer con un enfoque de justicia social, hemos sostenido que el incremento al precio del tabaco o las medidas prohibicionistas no son la solución.