Lacandones piden a AMLO investigar donación de Pemex por 25 mdp

Un grupo de habitantes de la selva Lacandona , encabezados por el presidente del Comisariado de Bienes Comunales de la Zona Lacandona, Enrique Chankin Najbor, arribaron a la casa de transición de Andrés Manuel López Obrador para solicitar que se esclarezca la donación de 25 millones de pesos que haría, el año pasado, Petróleos Mexicanos (Pemex) para proyectos en la comunidad.

En entrevista, Chankin Najbor, explicó que ese dinero fue prometido por el entonces director general de Pemex José Antonio González Anaya, y el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello, en una visita que realizaron a la zona en 2017.

De esos 25 millones, cinco serían utilizados para realizar un cierre poligonal; uno para la actualización de los estatutos de la comunidad y 19 millones irían a un proyecto ecoturístico.

“Realmente no sabemos si los haya donado o no, mi gente se preocupa porque dicen que si ya los donó, ¿dónde están? ¿quién los maneja? ¿y cómo los van a manejar?”, dijo a los medios.

El comisariado ejidal también acusó que se cometen actos de saqueo, por parte de mexicanos e incluso guatemaltecos, de flora y fauna, ante los cuales la comunidad no puede ejercer autoridad.

“Nosotros queremos que aterrice a la comunidad para que lo maneje, porque ahí están varios de nosotros que nos dedicamos a la conservación, y hoy los jóvenes también han terminado sus estudios y no tienen trabajo”, añadió.

En su visita a la Ciudad de México, los lacandones también visitaron las instalaciones de Pemex, donde les aclararon que para investigar el pago de los 25 millones debe iniciarse una audiencia.

Chankin Najbor, comentó que en su visita a Chiapas el fin de semana pasado, López Obrador no visitó la zona donde viven. “Ahí estuvimos esperando para recibirlo y felicitarlo por su triunfo pero no llegó, fue a otros lugares”, explicó.

Sobre los proyectos de reforestación que el virtual presidente electo indicó que se llevarían a cabo en el sur del país, Chankin Najbor, declaró que, al menos en la selva Lacandona, no se necesitan.