Andrea es una mujer de clase media , madre soltera de dos niños -de 5 y 6 años de edad- y emprendedora . Ella nació y vive en el , donde estudió la licenciatura en Derecho, pero se inclinó más por los negocios.

Activa y creativa, por iniciativa propia comenzó a tener éxito en su proyecto personal, profesional y de vida , pero la falta absoluta de apoyo por parte del gobierno de la República la han orillado a abandonarlo, lo que le ha provocado pérdidas económicas y lo que es peor, dejar para siempre lo que era su principal medio de vida y fuente de ingresos, y con ello cancelar además un servicio de gran utilidad que prestaba a su querida comunidad de San Juan del Río.

En agosto de 2016, Andrea cumplió uno de sus sueños: con un gran esfuerzo logró abrir una estancia infanti l en su tierra natal, con todas las medidas de seguridad y el estricto cumplimiento de los requisitos y estándares exigidos por las autoridades, lo que le valió incorporarse al programa de estancias infantiles subrogadas de la extinta Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) .

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Pero poco le duró el gusto, porque con el cambio de administración federal en diciembre de 2018, comenzaron los retrasos en la entrega de subsidios; después se redujeron de 950 a 850 pesos bimestrales, y luego, a partir de marzo de 2019, vino la suspensión total de los recursos.

Ante las nuevas circunstancias, Andrea convirtió su estancia en escuela particular, confiada en poder salir adelante con el apoyo de los padres de familia, quienes ahora reciben directamente el subsidio gubernamental .

Pero las cosas cambiaron, ya que el dinero era utilizado por las familias para otras necesidades, y de los 34 alumnos con que inició la estancia, para llegar pronto a 60 niñas y niños, la matrícula disminuyó a 32 en 2019. Aun así, siguió dando el servicio, en espera de que las cosas se estabilizaran y se inscribieran más infantes.

La situación económica era difícil

, pero la matrícula se mantuvo estable hasta marzo de 2020, cuando el país entró en semáforo rojo por la pandemia de Covid-19 , y eso obligó a cerrar todos los centros educativos y estancias infantiles. “Y ya cerramos sin ningún apoyo económico, ya nadie nos dio nada”, lamenta.

Señala que luego de tocar puertas y buscar el apoyo económico del gobierno, este nunca llegó, a pesar de desempeñar una actividad económica formal y completamente legal. “El gobierno nos abandonó” de un día para otro, denuncia, y remarca que no les ofreció ninguna otra alternativa para recuperar y mantener sus ingresos.

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Andrea narra que en julio de 2020, con el semáforo epidemiológico en color naranja, pudo reabrir las instalaciones, pero solo durante 15 días, “sin el respaldo económico de ninguna autoridad”, con una matrícula de únicamente 14 niños. Sin embargo, se vio obligada a volver a cerrar por el retorno al semáforo rojo. “Reabrí 15 días y cerré otra vez desde julio hasta octubre de 2020”, apunta.

“Para ese entonces, yo pagaba 7 mil pesos de renta y los gastos seguían cubriéndose (agua, luz, gas, comida, salarios, etc), sin el apoyo de absolutamente nadie, fue muy complicado”, recuerda.

Señala que su contrato de arrendamiento vencía en abril de 2021, por lo que en enero reabrió las puertas de la estancia con solo 12 niños, pero cerró definitivamente en marzo, porque “ya no era redituable para mi, era muy desgastante, y ya era tirar el dinero realmente”, pues no hubo un solo programa de apoyo para los emprendedores que se quedaron sin ingresos debido a la pandemia de Covid-19.

Andrea asegura que su situación actual es desesperada, pues no hay fuentes de empleo en su comunidad . Ha tenido el apoyo de su familia en la medida de lo posible. Sus papás tienen un restaurante, pero la pandemia obligó a cerrarlo de marzo a diciembre de 2020. Además, su papá padece cáncer, lo que complica aún más la situación económica de la familia.

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El panorama no pinta nada bien ante la falta de opciones para salir adelante, pues la pandemia sigue presente y el riesgo de un repunte o rebrote de contagios es latente, lo que provoca gran incertidumbre sobre la recuperación económica. La falta de incentivos económicos y fiscales para los jóvenes emprendedores los orilla a tomar decisiones urgentes y drásticas, como incorporarse a la economía informal. Muchos de ellos son personas que con base en su propio esfuerzo han salido adelante y han logrado superarse en lo profesional y en lo económico, pero que debido a la crisis, han visto con tristeza y frustración cómo sus finanzas personales se han empobrecido.

Y es que para Andrea, la situación respecto a su proyecto de vida es clara, ya que sufrió un giro de 180 grados debido a la ausencia total de respaldo por parte del gobierno federal. Dice que la reapertura de la estancia infantil ya está descartada, porque debido a la pandemia la gente no está trabajando o trabaja desde sus casas. “Voy a empezar a deshacerme de las cosas, a rematar lo poco que tengo, para ver si se puede rescatar algo de dinero del mobiliario que se tiene”, concluye.