Cuatro de cada 10 niñas y niños de entre seis y 11 años presentan sobrepeso y obesidad en México, alerta Mauro Brero, jefe de Nutrición del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y agrega que esto revela que en ese periodo de vida, principalmente en el entorno escolar, ocurre un aumento drástico en la incidencia de esas problemáticas.

En entrevista con EL UNIVERSAL, afirma que durante una jornada escolar se consumen alrededor de 550 calorías provenientes de productos ultraprocesados que se relacionan con daños a la salud y el aprendizaje. Señala que uno de cada dos adolescentes enfrenta este padecimiento.

“El consumo de productos ultraprocesados influye de manera importante en el aprendizaje porque cuando la dieta se basa en este tipo de alimentos no llegan al cerebro los nutrientes para que funcione adecuadamente”, dice.

Un estudio reciente muestra que el efecto del azúcar en el cerebro es comparable al de la desnutrición, comenta.

“Sabemos desde hace varios años que los niños desnutridos no alcanzan su potencial desarrollo porque la falta de nutrientes impide la generación de sinapsis, es decir, conexión entre las neuronas cerebrales. También hay evidencia de que el azúcar inhibe el desarrollo cerebral”, agrega.

Además, menciona que el sobrepeso y la obesidad impactan en el ausentismo escolar, ya que los niños faltan a clases más de dos semanas al año por acudir a servicios médicos o por enfermedades relacionadas con ello.

Explica que esos trastornos alimenticios generan también conflictos sicosociales que pueden derivar en problemas de conducta. “Esto, como sabemos, tiene un efecto grave en el desarrollo de los niños. Porque cuando no se tiene la tranquilidad de llegar a la escuela, no se está en las mejores condiciones para aprender”.

Brero comenta que a pesar de que el país presenta los niveles más altos de sobrepeso y obesidad infantil, en las escuelas se siguen proporcionando alimentos con alto contenido calórico.

Dentro y fuera de los planteles existen tiendas o puestos “y desafortunadamente la mayoría de la oferta es de alimentos y bebidas que no cuentan con nada de aportes nutricionales, no tienen fibra, vitaminas, minerales, al contrario, tienen exceso de azúcar, grasas y sales”, explica.

Destaca que UNICEF ha propuesto iniciativas de educación alimentaria en escuelas e impulsar la distribución de alimentos locales y frescos, aunque también, dice, es necesario poner un alto a la venta de alimentos chatarra en los planteles.

“Se habla de campañas de sensibilización para evitar el consumo de alimentos chatarra, pero lamentablemente lo que se invierte es mínimo, comparado con lo que invierten las empresas alimentarias para influenciar la intención de compra de menores de edad y adultos”, comenta.

“Eliminar esta oferta publicitaria agresiva y omnipresente de productos chatarra en los planteles sería un paso importante para combatir el sobrepeso y la obesidad infantil, porque está demostrado que las niñas, niños y adolescentes son víctimas muy fáciles e influenciables de esta publicidad”, sostiene Brero.

Un estudio realizado antes de la pandemia reveló que en los negocios en las escuelas 50% de los alimentos ofrecidos eran ultraprocesados, mientras que sólo 10% eran frutas y verduras.

Brero expone que los planteles mexicanos enfrentan la falta de bebederos de agua, por lo que los menores recurren al consumo de refrescos, “pero luego se vuelven adictos y es más fácil tomar una bebida azucarada en la escuela, que tomar agua”.

Asegura que México ocupa el quinto sitio de las naciones con mayor consumo de alimentos chatarra, porque al contar con un mercado de más de 120 millones de ciudadanos, “hay mucho interés de los fabricantes de comida chatarra en seguir haciendo publicidad de estos productos”, expone el especialista.

Doctor, ¿considera que ha servido el etiquetado en los productos para el consumo de alimentos más saludables?, se le pregunta.

“Los datos que se tienen en la UNICEF indican que sí. Revelan que la población usa este tipo de etiquetado para la selección de sus alimentos. Esto ha influido en mayor consumo de alimentos frescos, como frutas y verduras. El etiquetado de productos fue un paso importante que pocos países en el mundo se han atrevido a hacer, aunque esto debería ir acompañado con campañas publicitarias sobre cómo utilizar el etiquetado”.

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