“¡No queremos ni una bata menos!”, exigieron más de 300 futuros médicos que ayer marcharon a Palacio Nacional para reclamar por el asesinato de tres alumnos de Medicina y exigir al presidente Andrés Manuel López Obrador condiciones de seguridad para seguir estudiando.

Desde el Hemiciclo a Juárez hasta el Zócalo de la Ciudad de México, frente a Palacio Nacional, las calles se llenaron de los colores dorado y azul de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y guinda y blanco del Instituto Politécnico Nacional (IPN), de los más de 300 jóvenes que cargaron banderines y los agitaron al amanecer para demandar el cese de la violencia contra sus colegas.

Pese a los banderines que ondeaban en el aire, el color que predominó fue el blanco, que los jóvenes portaron con orgullo en sus batas, mientras exigían justicia por los estudiantes de Medicina: Ximena Quijano Hernández, de 25 años; José Antonio Parada Cerpa, de 22; Francisco Javier Tirado Márquez, de 22, así como Josué Emanuel Vital, de 28 años, conductor de Uber que los transportaba la noche del 23 de febrero cuando fueron asesinados a balazos en el municipio de Huejotzingo, Puebla.

“¿Por qué, por qué nos asesinan?”, gritaron los futuros profesionistas a una Ciudad de México que los recibió silenciosa, y frente a curiosos barrenderos, taxistas y transeúntes que los observaban protestar antes del inicio de sus jornadas de trabajo.

“Entré a Medicina para salvar vidas y para salvarte a ti México ¿Por qué nos estás matando?”, cuestionaban en sus carteles y mantas.

“La culpa no era mía, yo era estudiante y mi sueño cumplía. Cuando vuelva a mi pueblo, quiero volver graduado no asesinado”, expresaban, y mientras llevaban sus mantas, levantaban los puños y coreaban goyas y huelums.

Es que los criminales no respetan las más de 12 horas diarias que dedican a la escuela, sus guardias de 72 horas como residentes o el esfuerzo descomunal que hicieron para aprobar sus exámenes de ingreso y luego sobrevivir a una carrera donde 77% de sus estudiantes vive con algún grado de agotamiento o depresión, según cifras de organizaciones estudiantiles.

Todo lo contrario, platicaron estudiantes entrevistados, al trasladarse a las comunidades más alejadas en las sierras o a las rancherías, los delincuentes piensan que sólo por tener la bata ganan buen dinero y de esa forma se convierten en blanco fácil de secuestro, extorsión y asesinato.

“Ven una bata blanca y en vez de ver a una persona, ven un objetivo. No nos sentimos seguros ni en la escuela ni en los hospitales, en ningún lado en realidad. Tengo miedo, siento que lo que les pasó a mis compañeros en cualquier momento nos puede pasar a nosotros”, lamentó Berenice Ramírez, estudiante de 21 años de la Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía.

Al llegar a Palacio Nacional sostuvieron sus carteles más alto y con mayor fuerza. A López Obrador le gritaron entre todos: “¡Señor Presidente, no sea indiferente, que matan estudiantes enfrente de la gente!”, y le pidieron que termine la violencia contra los alumnos de Medicina.

Gritaron tan fuerte que la directora General de Atención Ciudadana de la Presidencia, Leticia Anaya, tuvo que salir a atender a los alumnos y decirles: “No somos indiferentes”. —¿Ah, no?, —respondieron los estudiantes.

“Sabemos que muchas veces lo que comentamos se pierde en el actuar institucional. Sigue habiendo compañeras desaparecidas y violadas y se mantiene la precarización laboral. Estudiar Medicina se ha convertido en un acto de alto riesgo”, afirmó Gabriel Alva, estudiante que integró la comisión que entró a dialogar con Anaya.

En medio de la manifestación, tres alumnas del Politécnico demandaron: “No olviden a Mayté”.

Las jóvenes se preparan para convertirse en doctoras y lamentan que por Mayté Viridiana Aguilar Martínez, de 33 años, asesinada el pasado 12 de febrero en Tláhuac, no haya habido marchas para exigir justicia. Mayté estudió con ellas: “Su muerte pasó como si no fuera algo importante, como un número más en la estadística. Duele muchísimo como futuros médicos y mujeres. Las autoridades no nos han dicho nada. Es superinjusto que haya pasado así, como una cifra más y eso sucede todos los días”, expuso Ximena Esparza Guzmán, estudiante de 20 años que busca convertirse en médica cirujana.

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